Inmigración: Buenismo y estupidez son dos términos similares

¿De verdad a alguien le extraña que España se esté llenando de millones de indigentes, venidos de todas las partes del mundo?

Vengo de comprar unas garrafas de agua de Jaraba (Zaragoza), una de las mejores para los riñones –otra es la de Las Vilas del Turbón, en la provincia de Huesca, pero no consigo encontrarla en Zaragoza- y he tenido que sacarme de encima como he podido a varios voluntarios del Banco de Alimentos, empeñados en que aportara algo para las personas necesitadas de Zaragoza…

No soy mala persona, creo, y cuándo puedo, ayudo a los demás, siempre que sea legal lo que me pidan. Pero no acostumbro a pregonarlo, pues como dice la Biblia, que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, o al revés. Siempre me han parecido unos hipócritas y fariseos de mucho cuidado, sepulcros blanqueados, los que van haciendo alarde de sus “obras de caridad”, y de lo buenos que son. Como explica el refranero, dime de que presumes, y te diré de que careces.

Una dependienta, por cierto con una voz muy agradable, explicaba por los altavoces que se trataba de una recogida de alimentos para las personas “más necesitadas de Zaragoza”. Si así fuera, yo aportaría, pero la triste experiencia que tengo en mi relación con el Banco de Alimentos es que la mayoría de las aportaciones van a parar a extranjeros, lo que únicamente fomenta –aún más-, el efecto llamada.

En efecto, si vas a vivir a un país, con el que no tienes relación alguna, y al que nunca has aportado nada, y esa nación te ofrece:

– Asistencia sanitaria gratuita, y con todos los “derechos”.
– Enseñanza gratuita para tus hijos.
– Rápida “legalización”, para que puedan moverse libremente por la Unión Europea, y voten en las próximas elecciones a sus “benefactores”.
– Salario social, renta de inserción, subsidios, ayudas familiares, etc.
– Alimentos básicos, regalados por los españoles, por medio del Banco de Alimentos y organizaciones afines.
– Ropa gratuita, proporcionada por Cáritas y otras organizaciones de la Iglesia Católica, más volcadas en ayudar a los musulmanes que a los cristianos, dicho sea de paso.
– Subvenciones, totales o parciales, para el pago del alquiler de la vivienda, y/o, en su caso, la posibilidad de “okupar” una buena casa, en la seguridad de que nadie te echará de ella, e incluso podrás denunciar por un delito de coacciones al dueño de la misma, si se le ocurre cortar el suministro eléctrico o el agua…,
– Etcétera.

En España, los inmigrantes primero

 

Mientras tanto, cuando un español está en situación de necesidad, y los hay por millones, los servicios sociales le dicen que vaya a vaya a pedir a su familia (conozco casos concretos que así les ha sucedido), como si la familia pudiera ayudar a todos sus miembros con precariedad económica, es decir, se les trata peor que a los extranjeros.

¿De verdad a alguien le extraña que España se esté llenando de millones de indigentes, venidos de todas las partes del mundo?

Somos un país mediano, tirando a pequeño, con unos 47 millones de habitantes, y el mundo tiene alrededor de 7.000 millones de personas, la mayoría pasando hambre, necesidad, viviendo en lugares inseguros, etc.
Y yo me pregunto: ¿cuántos millones más de extranjeros podremos acoger hasta que la situación acabe reventando…?

Ramiro Grau Morancho

Ramiro Grau Morancho es Graduado Social, Licenciado en Ciencias del Trabajo y Abogado. Profesor de Derecho en varias Universidades, Públicas y Privadas. Ha publicado veinticinco libros sobre temas jurídicos y sociales, y miles de artículos en prensa, diarios digitales y revistas jurídicas especializadas. Es Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

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