Hombre, heterosexual y de derechas: un blanco fácil

Dime de qué partido eres, dime lo que comes, dime tu orientación sexual, dime tus gustos, y si no son como los míos te diré lo que eres, escoria. Este es el procedimiento de la izquierda española para definirnos.

 

Me preocupa con qué complacencia estamos aceptando los continuos insultos recibidos desde la mal llamada izquierda progresista. Parece que nos estamos acostumbrando a que se nos tache de algo que no somos, y esto es inquietante. También es verdad que se han distorsionado tanto las definiciones de las palabras, que muchas veces se aceptan insultos como algo bueno, y esto es muy peligroso. Quién no ha dicho u oído la frase: “si no me llaman facha mínimo 50 veces al día, es que estoy haciendo algo mal”. Repito, esto es peligroso. Nunca hay que olvidar la esencia de nuestro idioma y el real significado de las palabras; si lo hacemos, perderemos la riqueza de nuestro gran idioma.

Pero a parte de los diversos adjetivos en los que nos encasillan por ser afiliados o simpatizantes de VOX, parece que también tenemos que aguantar que nos odien, que nos discriminen, y hasta nos repudien por cosas que según ellos somos. Y en esto no me refiero solo a la izquierda, también meto a los sectarios del Partido Popular; no hay más que leer las declaraciones de varios de sus dirigentes, sobre todo las de su verdadero mandamás, Feijóo, que tiene más obsesión por VOX, que por los desastres que han dejado los gobiernos de izquierda en varias localidades de Galicia.

Pero los insultos y las ofensas continuas hartan, cansa ser tachado de algo que no soy, y no por haber tomado la ‘abominable’ y ‘demoniaca’ decisión de afiliarme a VOX y creer en mi partido tengo que agachar la cabeza y callarme ante los improperios injustificados. Así que sí, estoy harto.

Harto de que mujeres me odien por ser hombre, de que me llamen machista por no creer en la actual ley de Violencia de Género, y querer cambiarla por otra que proteja a todas las personas por igual.

Harto de que me insinúen permanentemente que por ser hombre soy un violador en potencia, o que por no sé qué cosa innata masculina, soy un maltratador las 24h del día. Y de llegar a escuchar por varias de estas ultra feministas relevantes, frases como, “a todas las mujeres las han violado al menos una vez”. ¿Pasó algo después de que estas individuas dijeran esa infundada frase? No. Pero cuando los violadores son de fuera, cierran la boca y miran a otro lado. Repulsivas hipócritas.

Harto de que los veganos me insulten por comer carne y de que me tachen de asesino de animales. De que los animalistas me insulten y hasta me acosen por no querer que se prohíba la caza, pesca, y las corridas de toros. De que me acusen de esclavista por haber tenido perro guía, ya que para varios de ellos los perros guía son esclavos del hombre.

Harto de que me llamen racista por pedir una inmigración controlada, y que esta inmigración respete mis creencias, las tradiciones de mi país, y que sobre todo, sea inmigración productiva. No lo que nos llega ahora, aunténticas pirañas de pagas y delincuentes de todo tipo. Que solo son un brutal gasto a fondo perdido, ya que nunca serán productivos para España.

Harto de que me llamen homófobo por criticar los colectivos LGBTI por su sectaria forma de intentar imponernos su dictadura de género, o por rechazar el adoctrinamiento que intentan hacer en los colegios. De que me insulten por criticar ese desquicio anual que llaman ‘Fiesta del Orgullo’, ¿orgullosos de qué? ¿de esa juerga? Pues hay que ser ordinario y chabacano para sentir orgullo de una exhibición de mala educación, de demostrar lo vulgares que son, pero sobre todo, demostrar su intolerancia contra los que no piensan como ellos.

Harto, harto, harto de todo lo dicho y muchas cosas más que no puedo exponer aquí porque me extendería demasiado. Pero no podemos seguir aguantando este acoso general contra nosotros. No podemos seguir permitiendo que se nos insulte con total impunidad. O paramos esta situación, o estaremos permitiendo una nueva dictadura del pensamiento. Si seguimos así, poco faltará para que vuelvan a reimplantar las checas, y ese será nuestro destino.

Redacción

Digital independiente de derechas

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