Frente a la historia o a su lado

Desde los primeros compases de la crisis sanitaria, allá por el 13 de marzo, en estas letras, pedía que no se nos engañase, que no se nos tratase como menores de edad y se nos dijese la verdad, que se reconociese que 9 meses antes se habían practicado duros recortes en sanidad que debían de reponerse inmediatamente, que había que empezar a trabajar en la crisis económica que se nos echaba encima y que nuestros políticos estaban más en la foto, en la política de medio pelo o en el tacticismo que en la solución de problemas. Se han ocultado los cadáveres y, ahora, se pretende ocultar la ruina en la que vivimos y, así, la gente no tiene en su retina lo que hemos pasado, ni lo que sufren muchos conciudadanos. Cuando ETA asesinaba se discutió si mostrar el terror y dar pábulo al asesino u ocultarlo al ciudadano, y se optó por la transparencia. Ahora, para no ser el presidente de los “muertos”, se decidió ocultar, engañar y “cantar a los sanitarios” y los ciudadanos no tienen conciencia de la situación vivida y pronto deciden correr y volver a ponerse en peligro.

Se han aplicado políticas sanitarias de guerra mientras unos se escondían, no asumían sus responsabilidades, pese a ser el mando único, y los otros daban órdenes a “modo de pruebas” (si eran eficaces son nuestras y si salen mal no era reales o de otros). Vamos, todos unos valientes.

Se han puesto parches económicos que no solventan la situación pues, sencillamente, se ha echado a empresas a los tiburones, mientras no se reducen gastos políticos.

Pronto se dio cuenta el gobierno que con encerrar a los ciudadanos y mantenerlos en silencio ellos podían hacer todo tipo de operaciones de dinero, sin control, que mejor hacerlas fuera de España que con empresarios nacionales y que, con esa forma de actuar, poco a poco, paso a paso con una crispación animada desde la vicepresidencia y con el BOE de la mano, ir forrándose alguno y realizando cambios que permitan operaciones de mayor calado otros.

Prueba del resultado es que, por la crítica política, quienes consideraba amigos, con “vida en el error”, me insultaron, me llamaron canalla o miserable e incluso desearon que no enfermase, pues ellos no cumplirían su trabajo o su misión conmigo. Podrás decirme que son palabras que salen de la angustia, pero las mías también lo hacen de igual modo y JAMÁS dejaría de ayudar a un amigo, jamás abandonaría la salud de un amigo y jamás he llamado miserable a un amigo. No, no soy mejor que ellos, sencillamente la ideología no nubla mi mente, el soma del partido no impide mi visión crítica y, esa carga de virus ideológico, es lo que nos llevó a la ilegítima segunda república (los republicanos no ganaron las elecciones, sino el rey que huyó) y, luego, a los asesinatos de monjas, curas y del jefe de la oposición que nos abocó a una guerra fratricida en la que los amigos llamaban canallas a sus amigos y luego les daban “paseíllo” o “checa” según el bando.

Estamos en un momento histórico en el que necesitamos de los mejores para afrontar el futuro sanitario, económico, social, de forma solvente, sin ideologías, sin visiones obtusas por un pensamiento trasnochado y caduco, con transparencia y dureza explicar la situación a los ciudadanos y, todos juntos, prietos los dientes y animoso el espíritu, afrontar la dura etapa que nos llega.

Si seguimos dejando que “chepa” y “morticio” ahonden en su proyecto de totalitarismo encubierto de libertad, cuando los que los apoyan lo descubran tendrán unos, la mente somatizada y matarán a los amigos por orden del Chepa o llorarán como mujeres musulmanas lo que no defendieron como hombres. Mis amigos empuñarán un arma con la que dar fin a mis palabras o llorarán a mi lado por haber permitido que la ideología, una vez más en esta España nuestra, se imponga a la razón

El proceso constituyente, del que tímidamente se comienza a hablar, es una realidad contra la que debemos de comenzar a luchar, TODOS -dentro, y fuera-. Estamos ante los primeros síntomas de virus, ya tenemos infectados y, esta vez o tomamos medidas urgentes o “eso aquí no puede pasar” será una frase hecha sobre lo que realmente pasará y “mi amigo” empuñará el arma contra mí, contra ti, contra quien no se someta a la “nueva normalidad”

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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