FFAA: ridículo, descrédito e ignominia

Mis queridos compañeros de armas y, además, muchos de vosotros amigos:

Desde lo más profundo de mi corazón os dirijo esta carta abierta con la esperanza de que no la echéis en saco roto.

Monedero perorando
Zaida Cantera

Acaban de producirse dos hechos cuya gravedad reviste capital importancia, aunque no lo parezca: Juan Carlos Monedero ha perorado, es imposible que tal individuo “imparta” una conferencia, sobre “Gobernanza” y Zaida Cantera (aquí artículo sobre ella) ha participado en una mesa redonda sobre “Las FAS vistas por la sociedad”, ambos en el CESEDEN.

Del primero sabemos que es un palurdo mequetrefe, indigente intelectual, inadaptado social y miembro destacado del lumpen de nuestra actual sociedad.

De la segunda sabemos que estuvo entre nosotros pero que no era de los nuestros, que fue producto de un error del sistema de ingreso en las FFAA, que protagonizó una truculenta historia parte de la cual manifiestamente falsa, que cogida in fraganti no tuvo más remedio que volver a las filas de las que nunca debió salir, esas sectarias y antinacionales, nostálgicas de su terrible historial criminal, que no ocultan ya su deseo de volver a repetirlo.

Y además tenía que hacer escarnio, claro

El hecho es que con este tipo de actuaciones las FFAA caen, ante el pueblo español, que no es estúpido, en el ridículo, por él en el descrédito y por todo ello en la ignominia.

Tan penoso suceso no es sino uno más de una larga cadena. Comenzó cuando un alto mando le arrimó la silla a Narcis Serra, recién nombrado ministro de Defensa, en un gesto servil de lo más impropio. Ha continuado al permitir que los cargos directivos del ministerio de Defensa, y de no pocos organismos militares, vengan siendo sistemáticamente ocupados por civiles, en franco desprecio de los mandos militares; incluso cuando muchos de aquellos no poseen la mínima preparación para ello. Cuando la alcaldesa Inmaculada Colau despreció en público a dos compañeros en el stand de la feria de Barcelona. Cuando se permite que las unidades sean expulsadas de buena parte de nuestro suelo patrio. Cuando se han producido casos fragrantes de humillaciones institucionales, de las que baste con recordar dos: las condecoraciones que impuso la difunta Carmen Chacón a los “umedos” y, muy recientemente, la acogida que Margarita Robles ha prodigado a los ex-guardias civiles expulsados en los noventa (ver aquí artículo), con todas las de la ley, como aquellos, por vulnerar la legalidad vigente en cada instante. Así mismo, y por no extendernos más, cuando la actual ministro de Defensa ha procedido con inquina vesánica contra un vicealmirante, lo que por ahora le ha costado reponerle en su cargo, y contra un general de brigada al que ha impuesto una pena absolutamente desproporcionada con la falta presuntamente cometida. Lo peor de todo lo anterior es que nadie nunca dio la cara, ni expresó oposición verbal o mediante hechos significativos a tan graves procederes.

Nuestras FFAA deben caracterizarse siempre, entre otras, por tres aspectos esenciales:

Lealtad, sí, pero basada en la sinceridad con el mando, expresándole, por el conducto reglamentario, lo que se piensa sin tapujos.

Disciplina, sí, pero que no debe confundirse con servilismo o sumisión.

Neutralidad política, sí, pero que no significa inhibición ante la destrucción de la patria, de la nación, de nuestra soberanía e integridad, y de nuestro ordenamiento constitucional.

En las FFAA no se debe esperar del favor, ni temer de la arbitrariedad por parte de nadie de ellas ni de fuera.

Col. Aguado Arroyo: NO APTO PARA EL SERVICIO

Las FFAA son depositarias de la última razón que tiene la patria, la nación y nuestro pueblo para sobrevivir y conservarse. Son garantes por mandato directo del pueblo –no de los políticos, ni del Parlamento, ni del Gobierno de turno, ni siquiera del Rey–, a través de la Constitución, donde consta en su parte dogmática, de su soberanía –que radica en dicho pueblo y por él en la Constitución, en nadie más–, integridad territorial y el propio ordenamiento constitucional. No hay, por lo tanto, misiones más importantes que las suyas, ni hay que descartar que llegue el momento en que la situación aconseje y obligue a hacer efectivos tan esenciales mandatos; para eso, y no para otra cosa, se formuló el artículo octavo. Por todo lo anterior, caso de que por desgracia, Dios no lo quiera, las FFAA tuvieran que actuar constitucional, legal, legítima y obligatoriamente conforme a dicho mandato, no lo podrán hacer si llegan a él tras haber hecho el ridículo, caído en el desprestigio y por todo ello en la ignominia.

Los miembros de las FFAA, muy especialmente los superiores y los en activo, deben ponerse manos a la obra para corregir una situación cada vez más deteriorada, y no deben fiarse de esas encuestas que siempre les otorgan notables, porque nada significan, son engañosas y forman parte del plan para mantenerles en la inanidad, el ensimismamiento y la autocomplacencia.

Ante agravios como los que hemos descritos, y otros muchos que nos dejamos en el tintero por razón de espacio, hay que reaccionar con contundencia. Leal y disciplinadamente, sí, pero hay que oponerse con firmeza a ellos. Los mandos superiores en activo deben impedir que se cometan. Si es preciso deben dimitir. Para ello, si por desgracia se vieran obligados a tal sacrificio, que sobre todo sería obligación, deben contar con la seguridad de que ningún compañero aceptará ocupar su puesto bajo ninguna circunstancia, ni presión, alabanza, promesa o prebenda; eso, y no otra cosa es compañerismo de verdad, espíritu de arma y de cuerpo. Si así se hubiera actuado desde el principio, ahora la cosa no estaría tan mal como está; que nadie se engañe. Si no se hubiera arrimado la silla servilmente a Narcis Serra, si la cúpula hubiera dimitido cuando se ordenó recudir la presencia militar en ciertas regiones, lo de Chacón o lo de Robles que hemos mencionado, etcétera, y no hubiera habido repuesto, si el director del CESEDEN no hubiera programado  o consentido las intervenciones de Monedero y Zaida, o si en su defecto los alumnos hubieran tenido todos un resfriado que les hubiera impedido asistir y el salón hubieran estado vacío, otro gallo cantaría.

La patria, la nación, la soberanía e integridad nacional y el ordenamiento constitucional, el interés general, el honor, el deber y la lealtad al pueblo español deben estar por encima de cualquier otra consideración, de otra forma, se comete traición.

Las FFAA deben urgentemente abandonar ese postureo propagandístico del que hacen gala en las redes sociales sobre la base de frases ampulosas e imágenes trucadas, de venderse cual vulgar ong o producto de hipermercado, todo ello falso, vacuo, inane y caduco, y recuperar sus esencias, la consciencia de su razón de ser, su naturaleza y su puesto en la sociedad como institución fundamental de la supervivencia de la patria, de la nación, del pueblo español y del ordenamiento constitucional actual, mostrándose como lo que realmente son y exigiendo que se les reconozca y tenga en cuenta de acuerdo a ello.

Estimados compañeros de armas y, además, muchos de vosotros amigos: os ruego meditéis lo aquí dicho y os pongáis manos a la obra, de otra forma seréis cómplices de lo que sin remisión se viene encima. Si así lo hacéis, España os lo agradecerá, si no os lo reclamará por traidores a ella.

 

Por Paco Bendala

El Español Digital

El Español Digital "La verdad sin complejos"

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba