Exposición: Comuneros. 500 años
Bajo el nombre “Comuneros. 500 años”, ha sido organizada por la Fundación de Castilla y León, en el vestíbulo de la sede de las Cortes Regionales, una magnífica exposición con motivo del V Centenario de la batalla de Villalar (1521-2021). A juicio de los expertos, en el mío también, se trata de la más importante muestra que se va a desarrollar durante el presente año en el Reino de España. Las fechas para poder visitarla serán entre los días 22 de abril y el 20 de septiembre. Por la calidad y excepcional conjunto de las obras reunidas será todo un éxito, sin duda.
Ciento cincuenta son las piezas expuestas, cuyo valor económico asciende a los quince millones de euros, valoración realizada por la compañía de seguros contratada a tal efecto por las Cortes de Castilla y León. El valor histórico es incalculable, difícil sino imposible de poder evaluar. Muchas han sido las dificultades para configurar la exposición, dada la cantidad de las instituciones colaboradoras y, por otra parte, la fragilidad de algunas de ellas. De hecho, el esfuerzo para garantizar una atmósfera de luz y temperatura exigidas han obligado a acometer, a los organizadores, unas obras de acondicionamiento especiales. Los seiscientos metros cuadrados en los que se ubica permanecerán a oscuras, teniendo solamente una suave luz cenital proyectada sobre cada obra. La diseñadora encargada de cuidar los detalles exigidos ha sido Beatriz Rubio.
Entre las entidades colaboradoras podemos destacar: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha; Diputación Provincial de Toledo; Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Patrimonio Nacional; Fundación BBVA; las Diócesis de Ávila, Burgos, Palencia, Salamanca, Segovia Valladolid y Zamora; Museo de Segovia; Museo Nacional de Escultura de Valladolid; Museo Arqueológico Nacional,; Archivo General de Simancas; Museo de las Ferias de Medina del Campo; Museo del Prado, en colaboración con el Palacio de las Cortes, sede del Congreso de los Diputados; Museo de la Universidad de Salamanca; Museo Lázaro Galdinano; Archivo de la Real Chancillería de Valladolid; Archivo Municipal de Burgos; Palacio Real de Madrid; Museo Nacional de Artes Decorativas; y otras más. El esfuerzo colectivo desarrollado para dar vida a esta exposición ha sido sobresaliente. Jamás se podrá volver un conjunto tan singular, pese al requerimiento de numerosas instituciones para disfrutar de ella. El comisario designado para asumir la responsabilidad de su organización ha sido Eliseo de Pablos.
Tan singular conmemoración del acontecimiento de la Guerra de las Comunidades, dentro del cual se desarrollarán diferentes actos y eventos, contará con la Presidencia de Honor de Su Majestad el rey Felipe VI. La Casa Real ha confirmado este extremo mediante una carta remitida al presidente de las Cortes Regionales, Luis de Fuentes Rodríguez, toda vez se había trasladado la invitación a los reyes de España.
De entre todas las obras expuestas, la que destaca por su fama internacional es la del autor alicantino Antonio Gisbert Pérez (1834-1901), “Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo”, en su momento director del Museo del Prado (1868-1873). Es la primera vez que, desde 1860, abandona su habitual ubicación, la sede del Congreso de los Diputados, aunque propiedad de la Pinacoteca Nacional. Su traslado desde Madrid ha estado rodeado de excepcionales medidas de seguridad. Custodiada por dos dotaciones camufladas de agentes del Cuerpo Nacional de Policía, llegaba a Valladolid el pasado catorce de abril. Su valor de tasación asciende, a la nada desdeñable cifra, de un millón doscientos mil euros. Sus medidas, 2, 55 metros por 3,65 metros, han obligado a una científica y minuciosa labor de manipulación.
Esta pintura –óleo sobre lienzo-, fue comprada por el estado español por la cifra de ochenta mil reales. Sería el ministro de Estado y presidente del Consejo de Ministros, Salustiano de Olózaga Almandoz (1805-1873), quien puso especial empeño en su adquisición. Pintada por su autor a la edad de ventiléis años de edad, podría ser considerada la obra que inauguraría una temática historicista centrada en la lucha, la defensa y coste de las libertades. Era la época artística de transición entre el romanticismo y el realismo, calificado en el mundo del arte como “Spanish Eclecticism”. Por ella obtuvo la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de España, en 1860, pero no el máximo galardón dada la controversia que entonces había entre conservadores y liberales alrededor de la temática del cuadro.
Sin embargo, no es la pieza más importante de las expuestas, al menos por la tasación efectuada. La obra más cara corresponde a un tapiz, procedente del palacio Real de Madrid, valorado en un millón y medio de euros.
La estructura y guión de la exposición consta de cuatro apartados: “Contra traidores y desleales”; “Castilla en la encrucijada”; “El tiempo hablado“ y, finalmente, “Memoria recuperada, memoria hablada”.
Toda Castilla y León, también toda España, se congratulan de tan excelso e interesantísimo evento cultural, por su enorme importancia histórica y política. Yo, con mi humilde contribución como estudioso de la Guerra de las Comunidades, contribuiré a su divulgación y difusión. Considero que es una deuda contraída con la verdadera recuperación de la memoria histórica de España. Quinientos años después, con la necesaria objetividad histórica y sin prejuicio alguno, podemos afirmar que aquellos acontecimientos acaecidos, en 1521 y 1522, han sido burdamente manipulados, con espurias intenciones políticas y, en demasiadas ocasiones, deficientemente interpretados. En cualquier caso estamos de enhorabuena, mal que les pese a algunos.