España-Cataluña. Las lecciones de la historia. El hundimiento del Imperio Austro Húngaro
En 1918 se hundió el imperio Austro Húngaro. Durante 50 años Austria había creído que haciendo todo tipo de concesiones a los nacionalistas húngaros podría alcanzar la estabilidad pero el resultado final solo fue el hundimiento de uno de los estados más antiguos de Europa, heredero del antiguo Sacro Imperio Romano Germánico.

Las diferencias históricas de aquellos países con España son muchas, cierto, pero en el periodo final de aquel imperio 1867 -1918 podemos encontrar sorprendentes e inquietantes parecidos con la España de nuestros días.
Se produjeron importantes rebeliones de los húngaros que los Habsburgo solucionaron tanto por la fuerza como mediante acuerdos con la clase aristocrática húngara, muy influyente en el país. Como dijo un historiador «después de cada pelea había una reconciliación, pero el matrimonio entre Austria y Hungría nunca fue tranquilo».
En los años siguientes se produjo un cambio trascendental. En 1867 los magnates de la pequeña aristocracia húngara ofrecieron un pacto a Viena. Hungría debía convertirse en un estado en el seno del Imperio con una autonomía casi total. A cambio no habría más rebeliones y Hungría colaboraría estrechamente con Austria. Los Habsburgo aceptaron.
Austria creyó haber resuelto para siempre el problema húngaro… Pero en los años siguientes el gobierno húngaro siguió presionando a Viena hasta obtener nuevas concesiones arancelarias y económicas con amenazas veladas de independencia en caso de no obtener sus exigencias.
Viena cometió el trágico error de preferir pactar con el gobierno nacionalista y corrupto de Budapest dominado por la pequeña aristocracia que decía hablar en nombre de Hungría, simbolizada por un poderoso personaje, el conde Tisza, primer ministro húngaro.
Los generales austriacos advirtieron al emperador de que si accedía el resultado sería catastrófico. Pero ante las amenazas de independencia del gobierno húngaro finalmente accedió a ello en octubre de 1918 a pesar de que la situación militar era crítica en el frente alpino italiano.
El resultado de la separación militar fue la catástrofe. La mitad del ejército imperial, compuesto por soldados húngaros desertó en masa. Hungría proclamó su independencia y el imperio y la dinastía se vinieron abajo para siempre.
Pero el factor clave fue que la política de continuas concesiones a la clase gobernante nacionalista húngara lejos de estabilizar el Imperio sólo consiguió debilitarlo y acabar provocando su caída y la de la dinastía.