Entrevistamos al historiador y filólogo Patricio Shaw: “Las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ningún Papa”
En esta ocasión entrevistamos al escritor, filólogo, historiador y filósofo católico don Patricio Shaw (Buenos Aires, 1961), autor de varias obras teológicas en las que erudición auténtica y profundidad analítica van de la mano. Consumado estudioso de las lenguas extranjeras, Shaw conoce y domina hasta trece idiomas (inglés, francés, italiano, portugués, latín, alemán, sueco, danés, polaco, checo, eslovaco, búlgaro y maltés), y tiene rudimentos sobre otros siete (árabe, ruso, griego clásico, griego moderno, hebreo, chino y tagalog). Recientemente ha traducido del maltés los “Diálogos Eucarísticos” de Monseñor Luis Vella, inéditos hasta hoy en lengua española.
Don Patricio, bajo el título de Alma mía, ven, acaba de salir al mercado una antología de textos procedentes de su traducción de los Diálogos eucarísticos de Monseñor Luis Vella, escritos en maltés. ¿Qué nos podría decir de este autor y de esta obra?
La mejor respuesta la puede sacar el lector que tenga ante sus ojos las palabras de aquel santo hombre de Dios. Sobre él, puede decirse mucho, y en Diálogos eucarísticos he incluido una reseña biográfica, aunque sin el dato notable, que encontré más tarde, de que Mons. Vella había formado a sus fieles tan hondamente en la devoción eucarística, que muchos de ellos recibían la gracia de ser despertados en medio de la noche por su Ángel Custodio para arrodillarse por tierra a adorar a Jesús Sacramentado. La coronación de la devoción eucarística que propone este autor consiste en tener la mente siempre puesta en Jesús sacramentado, aún durante las tareas cotidianas. Descolló por su capacidad intelectual desde su adolescencia. Hizo mil esfuerzos y empresas por el bien de las almas. Dirigió la rama maltesa de una peculiarísima congregación “infantil” llamada “Los Pajes de Jesús Sacramentado”, cuya casa madre estaba en Roma: esos niños eran iniciados a la devoción eucarística desde los cinco años. Monseñor Vella fue condecorado por los papas León XIII y Benedicto XV; San Pío X propuso nombrarlo obispo coadjutor del primado de Malta, lo cual el santo prelado por humildad no aceptó ni dio a saber. Tras su muerte, se obtuvieron cientos de gracias por su intercesión. Años más tarde, su cuerpo fue hallado incorrupto, privilegio que aún entre los santos canonizados solo lo goza una élite. Su obra maestra tiene de título original El alma cristiana ante Jesús sacramentado. La traduje en versión completa, elaboradísima en lo estilístico durante años, con ayuda de literatura devocional española y francesa de alta calidad de siglos pasados, y guías varias, desde Quintiliano y Cicerón hasta maestros de retórica del siglo XVIII. La versión completa de tres tomos en un volumen, con explicaciones preliminares y numerosas notas, está disponible bajo el título Diálogos eucarísticos. Una versión abreviada, económica y portátil de aquel libro, sin los tomos II y III ni nada que no fuera del autor mismo, pero suficientemente sustanciosa y espiritualmente benéfica, está disponible bajo el título Alma mía, ven. Son diálogos llenos de realismo, fuerza, vida, donde el alma orante es llevada, en una continua variación de escenarios, a un conocimiento riquísimo de la Vida Escondida de Cristo en la Hostia consagrada, incluyendo muchos aspectos en los que el común de los católicos no habrían pensado. En el sitio web monsvella.com puede accederse gratuitamente a las informaciones preliminares de Diálogos eucarísticos y a sus dos primeros capítulos (en realidad, “horas”), así como al capítulo tercero de Alma mía, ven, libro abreviado, pero que añade veinte poemas.
Sus obras teológicas, como Sedelucencia o Posibilidad, imposibilidad y papado inciden en cuestiones profundas que todo católico romano auténtico debería plantearse por Amor a la Verdad. Inmersos en la “Gran apostasía”, mi pregunta es: ¿dónde está la Iglesia Católica hoy?
En los tiempos altamente trágicos del concilio y post-concilio, la Iglesia Católica está segura y categóricamente, en los bautizados católicos que se mantienen fieles a rajatabla a todo el Magisterio infalible, homogéneo y acumulativo de la Iglesia Católica y, consecuentes con ello, rechazan la enseñanza antimagisterial herética, y conducción religiosa ilegítima y descristianizante de los jefes vaticanos neomodernistas; y además está insegura y condicionalmente, en los bautizados católicos que siguen dicha conducción llevados por el error general y por la creencia recibida de tiempos mejores de que en Roma está la capitalidad de la Iglesia Católica, siempre y cuando dichos católicos no nieguen ningún dogma católico a sabiendas. Quienes, unidos a la Roma actual, aceptan la herejía del ecumenismo, sabiendo que había sido rechazada por la Iglesia antes del Vaticano II, y por lo tanto, desde Abel hasta Pío XII, están separados de la Iglesia aunque presuman otra cosa.
Entre muchos aparentes católicos tradicionales, el sedevacantismo es despachado como si de un “disparate” o una “deformación” se tratara. ¿Qué respondería ante tales objeciones?
Dichos aparentes católicos tradicionales tienen un ansia inmoderada y hasta ciega de tener un lugarcito, un piso donde ubicarse, un techo bajo el cual cobijarse, que entrañe una continuidad y contigüidad al menos externa y gubernamental con la inmensa Megasecta nacida del Vaticano II. Se dejan llevar por el número, por las apariencias, por las emociones, y más de una vez, probablemente, por la soberbia de no querer invalidar el camino andado por décadas. También pueden estar atrapados en una veneración incondicional indiscreta de la figura de Mons. Lefebvre, encandilados por su apostolado litúrgico tradicional, y sin parar mientes en que ese apostolado se ejerce reconociendo como papas, es decir, como jefes de la Religión Católica y como centros de la comunión de la Fe católica, a los mismos personajes cuya presión doctrinaria mundial destructiva rechazan en lo que tiene de más estridente.
En su tratado Sedelucencia establece una proposición inmutable, a saber: que “el Papado verdadero permanece idéntico a sí mismo y hace lo mismo”; a tenor de sus investigaciones, ¿en qué año quedó la Sede de Pedro vacante?
La sede petrina quedó vacante desde la muerte de Pío XII el 9 de octubre de 1958; pero dicha vacancia se hizo manifiesta, cierta e indudable, a más tardar el 7 de diciembre de 1965, al firmar el pseudopapa Pablo VI todos los documentos del concilio. Pueden sugerirse fechas anteriores, como la aparición de la encíclica de Pablo VI apestada de herejías “Ecclesiam suam”.
¿Qué opinión le merece la denominada “Tesis Siri”? Concretamente todo lo relativo al Conclave de 1958.
La “Tesis Siri” no se sostiene, porque las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ningún papa, y los pseudopapas neomodernistas ciertamente prevalecieron contra el cardenal Siri, que les prestó reconocimiento voluntario y público.
Jorge Mario Bergoglio reclama ser “Papa” bajo el nombre de Francisco, si bien este hereje manifiesto abrazó la masonería en los años 70. ¿Por qué tantos creen lo falso que dice y/o difunde este personaje?
Respondo con los párrafos finales de mi opúsculo “Posibilidad, imposibilidad y papado”:
Somos testigos de una trágica adaptación de muchísimos hijos institucionales y espirituales «internos» y aún de muchísimos hijos espirituales «externos» del Gran Intruso Impostor a su anti-apacentamiento del intelecto mundial y anti-regimiento de la voluntad mundial. Sus causas finales propias del agente son tres, que enumeramos de menos a más grave:
- Porque quieren suponer, de buena o mala fe, que todo lo que dice y quiere Bergoglio para el mundo coincide con todas las cosas que Cristo predica y promueve eclesiásticamente para el mundo como verdades/voluntades suyas.
- Porque quieren que la iglesia en la que han puesto su vida sea verdadera aún rechazando del todo o en parte la religión que predica y promueve Bergoglio para el mundo, que es la del Concilio Vaticano II;
- Porque quieren que la religión que predica y promueve Bergoglio para el mundo siguiendo el Concilio Vaticano II, que halaga las pasiones desordenadas que quieren seguir, sea verdadera;
En los tres casos, aún en el menos malo, para que las blasfemias de Bergoglio no lo descalifiquen como Papa, ellos necesitan, con mayor o menor advertencia y culpa, optar libremente por descalificar como Verdad por antonomasia al Dios que las descalifica como blasfemias y así traicionar blasfemamente la Verdad divina y la ciencia de la Verdad divina. Porque de ésta dice Santo Tomás [Contra Gentiles, lib. 1 cap. 1 n. 5-7.]:
Por esto, la Sabiduría divina encarnada declara que vino al mundo para manifestar la verdad: «Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad» [Jn 18,37.]. Y el Filósofo determina que la primera filosofía es «la ciencia de la verdad», y no de cualquier verdad, sino de aquella que es origen de toda otra, de la que pertenece al primer principio del ser de todas las cosas. Por eso su verdad es principio de toda verdad, porque la disposición de las cosas respecto de la verdad es la misma que respecto al ser. A ella pertenece aceptar uno de los contrarios y rechazar el otro; como sucede con la medicina, que sana y echa fuera a la enfermedad. Luego así como propio del sabio es contemplar, principalmente, la verdad del primer principio y juzgar de las otras verdades, así también lo es luchar contra el error. Por boca, pues, de la Sabiduría se señala convenientemente, en las palabras propuestas, el doble deber del sabio: exponer la verdad divina, meditada, verdad por antonomasia, que alcanza cuando dice: «Mi boca dice la verdad» [Prov 8,7.], y atacar el error contrario, al decir: «Pues aborrezco los labios impíos» [Ibid.]. En estas últimas palabras quiere mostrar el error contra la verdad divina, que es contra la religión, llamada también «piedad», de donde a su contrario le viene el nombre de «impiedad».
Veamos ahora la causa final propia de Dios de la magnitud numérica de la «cola» arrastrada intelectiva y volitivamente por el «cometa» bergogliano mundial de abominación. Ésta es exponer y juzgar el consentimiento humano libre en la iniquidad, como profetiza el Apóstol de las Gentes:
por no haber recibido la caridad de la verdad a fin de salvarse […] Por eso Dios les enviará la operación del error, con que crean a la mentira, para que sean juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino que consintieron en la iniquidad. [2 Tes 2,10-11.]
Y esto es para el mérito y el bien de los elegidos presentes durante dicha operación del error y, cuando ésta hubiere sido eliminada del mundo, para el envilecimiento de la misma y la mayor vigilancia, delicadeza de conciencia, sabiduría, gratitud y caridad de los elegidos futuros. La Sagrada Escritura nos instruye al respecto en estos términos:
Pues todas las cosas que pasan en nosotros se hacen por causa de vosotros, a fin de que la gracia esparcida con abundancia, sirva a aumentar la gloria de Dios por medio de las acciones de gracias que le tributarán muchos. [2 Cor 4,15.]
Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que Él ha llamado según su decreto para ser santos. [Rom 8, 28.]
Una facción de católicos denomina a Bergoglio “el Falso Profeta”, al tiempo que identifican a Benedicto XVI como “el Papa legítimo”. En nuestra humilde opinión, este planteamiento es inconsistente. ¿Qué juicio tiene usted al respecto?
Esa postura peca de increíble infantilismo y superficialidad, pues se complace en algunas pocas y aisladas “golosinas” de sabor conservador, y hace caso omiso de la cantidad y gravedad de herejías que Ratzinger dijo y dejó escritas en numerosos libros, así como en declaraciones hechas durante su usurpación del trono petrino.
La escandalosa canonización del Papa Juan Pablo II, como “Santo súbito”, produjo gran malestar entre los católicos tradicionales. ¿Fue Juan Pablo II un agente acelerador del Nuevo Orden Mundial? ¿Por qué su doctrina aparece sazonada de tantas heterodoxias y sin embargo “casi” nadie se atreve a cuestionar su pontificado, cuantitativa y cualitativamente más devastador que el de Francisco?
Por cierto que Juan Pablo II aceleró la agenda global masónica, pues hizo mucho para inculcar al hombre el culto de sí mismo, y por anular lo más esencial y distintivo de la Obra de Reparación y Sobrenaturalización de Nuestro Señor Jesucristo sobre individuos, sociedades y naciones. En respuesta a la multitud de seguidores, daría la misma respuesta de la pregunta antepenúltima.
¿Qué supuso la destrucción del Vetus Ordo? ¿Es realmente válido el Novus Ordo Missae? ¿Cuál es la verdadera finalidad de la llamada “Misa de Pablo VI”?
La destrucción del rito tridentino, o latino, u occidental, de la liturgia de la Iglesia Católica, supuso lo que Monseñor Luis Vella mismo dijo que pasaría sin Misa:
«Quitado este Misterio, las iglesias se aletargarán; el Sacrificio se extinguirá; el sacerdocio ya no sabrá qué es Altar, ni Víctima, ni Día, ni Amor; todo encaminará las almas para su eterna perdición… ¡La Eucaristía es el Gran Sol de mi Iglesia! Cual el mundo sin el astro rey, tal las almas sin la Santa Hostia caerían en la obscuridad total, se congelarían, y perderían el último rastro de vida.»
¿Qué puede hacer un católico romano en estos tiempos de tribulación, sobre todo si está privado de la Misa tridentina?
Instruirse, rezar (especialmente el Santo Rosario), vigilar, buscar un respetable sacerdote legítimo, esto es, no ilegitimado por unión al presente fraude papal y, en la medida de las propias posibilidades, difundir las importantes verdades acerca de la Iglesia que escapan la casi totalidad de los siete mil millones de habitantes de la tierra.
Muchas gracias por atendernos.
El libro Alma mía, ven, de Monseñor Luis Vella, con traducción y selección a cargo de Patricio Shaw, está disponible en la plataforma Amazon: https://www.amazon.es/Alma-m%C3%ADa-ven-01-Religi%C3%B3n/dp/8418512113
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Fantástica la entrevista al Sr. SHAW.