Entre malo y peor, siempre mejor malo
Las idas y venidas, los acuerdos y desacuerdos, las uniones y las rupturas, los dimes y diretes, los apoyos y no apoyos, los pactos y no pactos, la relación amor odio entre Sánchez e Iglesias, es la crónica de un gobierno anunciado.
Todo lo demás es una burda patraña del endiosado Sánchez, para hacernos creer que busca y quiere lo mejor para España.
A Iglesias, que se sabe acabado como líder de un partido igualmente acabado, solo le queda una baza por jugar, retirarse y quedarse en la sombra (cosa que nunca hará) para aupar a su pareja, a esa eterna embarazada, estridente, faltona e inepta donde las haya, que no es otra que la señora Irene Montero.
¿O debería decir Irena? (Madre mía, me temo que ya no sé cómo dirigirme a estos personajes para ponerme a su altura en ese lenguaje afeminado, que nunca feminista que utilizan), y a su lisiado fetiche, el señor Echenique un fraudulento que contrata personal para que le asista y le paga en «B» sin cotizarle a la SS.
El problema de este tándem Unidas Podemos y PSOE, no podría ser más catastrófico para la historia de España, pero si ya lo era con Iglesias, con Echenique y la Montero está claro que se acaba la historia de España y nos convertimos en una república bananera, dirigida por lo más granado de la ineptitud, la incultura y el bolchevismo más rancio.
Ni un solo ministro del PSOE actual me ha demostrado que sirva para el cargo que ocupa; hasta Marlaska que parecía preparado, nos la ha dado con queso, pero imaginar a radicales de tres al cuarto, que solo saben vociferar cual vendedores ambulantes de mercancías a bajo precio, al frente de un ministerio, me hace pensar que hemos perdido todos la cabeza.
Espero que la razón al final se introduzca en la cabeza de estos políticos, a los que solo parece importarles su ego y su poltrona, y triunfe el deber y la obligación de dejar sus intereses a un lado y poner orden en una España agonizante y que hace aguas por todas partes.