En todas las casas cuecen habas

En estos días se ha celebrado el cambio de comité ejecutivo del PSOE en Salamanca, que todos los medios han presentado como el cambio de Pablos por Serrada. Como en otros partidos, el juego de las “putillas” y “chaperines” en torno al líder, o al que consideraban líder en su momento, ha sido algo evidente; se han dedicado a potenciar a unos y criticar a otros, esos otros a los que hace unos días limpiaban los zapatos, todo ello en un juego de medias verdades, que son las peores de las mentiras, en un ponzoñoso modo de aletear, en que obtienen algún rédito.

Entran, es verdad, viejos amigos, que no son caras nuevas, pero que pueden regenerar; otros que pierden la dignidad y el pudor por un puesto, que ven cómo otros en la carrera le sacan ventaja, así como muchos que sólo serán un nombre de “colorín” en una lista. En estas ejecutivas, muchos se matan por ser “secretarios”, otros consideran que con el nombramiento podrán aportar algo, otros que lo observan como un trampolín para, en las elecciones, estar colocado; pero, todos ellos, saben, aunque sea un poco en su fuero interno, que ese nombramiento no sirve de nada, que no es más que mero plexiglás pues, quienes organizan y distribuyen las cartas, serán los que mantengan las riendas sin que ellos cuenten para el jinete.

Del jinete, en este caso, poco que decir. Una persona agradable, simpaticón, pero con poco carisma, no es que su predecesor lo tuviese, pero sí lo adquirió con el tiempo, bastante flojo, al menos de presencia, y muy apegado a la política del partido en Madrid. Se deja llevar por “lameculos” o “micromentales” que, con la intención de colocarse o posicionarse, son capaces de “asesinar” al que se ponga en su camino y por esa escucha de las “sirenas” se pierde buenos compañeros de viaje.

Espero que David, si es inteligente, no haga como suelen hacer otros: me rodeo de los menos listos para parecer un premio Nobel, y se deje llevar por la perspicacia de elegir a los mejores para hacerse el grande, o al menos parecerlo. Me temo que, viendo la ejecutiva que presenta, eso no será así. Lo que, una vez más, resulta preocupante en la vida de los partidos políticos, de uno y otro campo, es observar cómo son dirigidos, al menos en sus primeros puestos, por personas sin oficio ni beneficio, sin mochila, sin un desarrollo personal que aportar, siendo líderes sin presencia y con perfiles muy poco sólidos, de personas que sin la política tienen poco recorrido o al menos no lo han demostrado. Es fácil que ese tipo de perfil no sirva para servir, sino que precise servirse y, por ende, resulte fácilmente domesticable por las élites de las estructuras del partido.

En los pasillos del congreso, las caras eran un auténtico poema cuando observaban cómo se presentaban las, ya gestadas y definidas en despachos, imágenes del nuevo partido, había ilusionados, desesperados, perplejos, jacarandosos conocedores del resultado, de dentro y, lo más preocupante para alguno, lo que sabíamos desde fuera. No se ha hecho más partido, no se ha hecho más militancia y se sigue con el sistema de unanimidades de plastilina que se pliega al mando de Ferraz, pero que no aporta nada a la ciudad a la que deberían servir.

Una vez más, en los partidos, vuelven a ganar las “putillas y chaperines” que se sirven de los que se presentan líderes para obtener sus miradas, sus caricias y, al final, deconstruir lo construido, lacerar al que lo deja, alzar al que llega y comenzar su labor de zapa hasta obtener destruir al que se queda… su sistema es la media verdad, la mentira y, sobre todo, el miedo, el gran miedo que sólo sirve al que precisa la política para comer, son un cáncer de la política que los políticos no quieren eliminar por servirse de ellos para medrar y obtener sus intereses.

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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