En memoria de todos los ancianos afectados por el Coronavirus

Ser viejo en España, a veces es una triste realidad

España hasta el momento se ha ubicado en el mundo como uno de los países con más alta posibilidad de vida. Considerado como un país de población longeva, se ha alargado la esperanza de vida progresivamente, tal vez con un fin de índole pragmático con la posibilidad de alargar en el tiempo el pago de las pensiones.

Las nuevas generaciones han supuesto, quizás, que nunca llegarán a ser viejos. Se piensa en el presente y se evita la predicción propia de las condiciones futuras. Solamente cuando se pisan los primeros peldaños de la escalera de ascensión en el tiempo y contemplan de cerca la edad de ser viejos cercana, es cuando suelen admitir el lugar que están destinados a ocupar. El tiempo transcurre inexorablemente.

Los mayores, en muchos casos son considerados como pesadas cargas y la tendencia es la de apartarlos y confinarlos. A algunos se les endosan cuidadores o cuidadoras, muchas veces no cualificados, para que se ocupen de la dura carga familiar. A otros se les confina en residencias, supuestamente especializadas en cuidados geriátricos. El objetivo no es otro que deshacerse de la carga.

Se han contado muchos chistes y se han hecho hasta spots de televisión en los cuales el abuelo queda olvidado en una apartada gasolinera de carretera. Es una práctica muy generalizada, deshacerse del viejo o de la vieja.
La cultura de eliminación de los abuelos ha influido en la apresurada ley de Eutanasia propuesta por los pragmáticos socialistas españoles en el Congreso de los Diputados, quienes serán ETERNAMENTE JÓVENES.

Desde siempre se ha oído aquel refrán: «Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ha perdido», muy a colación, porque en estos trágicos días se derraman muchas lágrimas de hijos, nietos y bisnietos, debido a la desaparición de sus familiares ingresados en residencias de mayores a lo largo y ancho del territorio nacional; han fallecido violenta y sorpresivamente, sin óleos ni confesión, sin despedidas, sin funerales, y la inmensa mayoría sin un digno entierro. Para quienes han tenido que dejar a sus mayores en esos sitios por necesidad, por justificadas razones, ha sido un golpe durísimo; en cambio para otros, ha sido la solución a un problema, la liberación de una pesada carga.

Cualquiera que haya sido el caso, que en unos causará una profunda pena y en otros la tranquilidad de liberarse de un gasto y un estorbo, lo que estamos viviendo en estos días, destapa otra vez una serie de situaciones que poca gente se ha atrevido a comentar y que son causa en buena medida de las numerosas muertes de personas mayores por efecto de la pandemia del Coronavirus.

Si bien es cierto que los adultos mayores son más proclives a ser afectados por el criminal virus, no es menos cierto que hay valores negativos añadidos a los casos de las muertes en las residencias de mayores; muchas veces la deficiente alimentación de estas personas, debido a que para algunos responsables, ésta es una actividad meramente comercial, como cualquiera otra, por lo cual debe ser lucrativa y rentable, y así es como se proveen las dietas con la peor calidad, con el menor costo del mercado en los insumos alimentarios.

La misma situación ocurre en algunos casos con las deficientes instalaciones, muchas veces con insalubres y ruidosas condiciones en edificaciones y equipos. Además del improvisado y descualificado personal contratado con precarios salarios y largas jornadas de trabajo con sobrecarga de tareas; muchos de ellos con poca o ninguna vocación para este humano servicio. Se han denunciado ingentes casos de malos tratos y estafas a mayores en algunas residencias por parte de quienes debieron cuidarlos y protegerles. Con toda seguridad, y afortunadamente, estas situaciones no ocurren en todos los centros u hogares para mayores.

A muchos les ha dado la impresión, o han supuesto y comentado, que el Virus Covid 19, fue creado para eliminar a mucha e innecesaria gente mayor, cuya capacidad física está por debajo de la resistencia que puede tener una persona joven; tal vez sean especulaciones, ocurrencias propias de un film de Ciencia Ficción; no obstante, no deja de tener un grado elevado de lógica e invita al análisis más profundo.

Al margen de todo lo expuesto, el mensaje no es otro que invitar a la reflexión:

¿Estamos tan deshumanizados que no vemos a nuestros mayores con el respeto debido, a su vida, a su legado, a su trayectoria, a su ejemplo?
¿Somos los humanos de la sociedad actual un objeto con caducidad, desechable?
¿Hemos perdido nuestros más fundamentales valores y sentimientos?
¿Dejó de ser la familia el mayor de nuestros tesoros y nuestra primera prioridad?
¿No vamos a llegar a viejos también?

Nuestras más sentidas condolencias a todas aquellas personas que han perdido un ser querido ante tan singular y dramática situación y nuestra petición al Supremo por el descanso de sus almas y nuestro eterno agradecimiento a quienes se han ido, por sus obras y legados.

Manny García

Locutor de radio y televisión. Redactor y narrador de noticias. Comunicador social en medios audiovisuales, impresos y redes sociales.

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