El dominio semántico de la izquierda
"Las soflamas y peroratas de los predicadores de la salvación de los parias de la tierra es una pamema y un paripé que no tiene un pase".
A nivel mundial, en general, y en España, en particular, el dominio semántico de la izquierda de algunas palabras es incontestable. Con una naturalidad vergonzosa, con una incontestable autoridad, se ha producido desde hace mucho tiempo una apropiación indebida, inmerecida e ilícita de palabras de uso habitual y corriente en el discurso político, en los textos periodísticos e históricos, y por descontado, también en la lengua coloquial. Me estoy refiriendo a términos tan importantes como: libertad, progreso, democracia, avance, derechos, adelanto, revolución, ecologismo, cultura, prosperidad, desarrollo, república y un larguísimo etcétera.
Con toda normalidad y con una enorme espontaneidad, en las discusiones, debates, argumentaciones, exposiciones, razonamientos y reflexiones efectuadas en cualquier ámbito social, se da por bueno que son palabras que acompañan al ideario político de la izquierda. Parece que la palabra izquierda, o socialista, o comunista, tienen en la construcción de su definición a todas ellas, como si aquella fuera sinónimo de éstas. Por el contario, lo demás, es decir, todas aquellas posiciones o movimientos distintos son contrarios a todos estos conceptos, como si de unos antónimos se trataran.
Lo cierto es, lo queramos o no, el éxito del triunfo dialéctico de la izquierda en la apropiación ilegítima es, sencillamente y con absoluta franqueza, arrollador, abrumador, desproporcionado y asombroso. Yo me niego a tragarme este sapo, a aceptar sin más, con indiferencia e indolencia, la tergiversación de la verdad. No se puede consentir este hurto idiomático, ni debemos guardar silencio ante semejante latrocinio ideológico, cultural, histórico, ético y moral. Es un fraude de la realidad y un engaño manifiesto en lo económico, en lo social y en todas las esferas y niveles de nuestra sociedad. Es una estafa y un engaño que no podemos, ni debemos aceptar sin dar una contestación desde la evidencia de los hechos probados y corroborados.
Cuando escucho atento, con verdadero espíritu crítico, las entrevistas, las ruedas de prensa, los debates electorales o las declaraciones ante los medios de comunicación, sin sonrojo y con enorme descaro, de nuestros líderes de la izquierda –me da igual el pelaje que tengan o su procedencia- alardeando de ser los paladines en la defensa de los derechos de la mujer, en la reconquista de las libertades secuestradas, en ser sostenedores del verdadero imperio de la ley, baluarte en favor de la ecología, campeones del avance social, abanderados del progreso y no sé cuántas cosas más, me indigno, encolerizo y enfurezco y pongo el grito en el cielo.
Me ocurre especialmente con Pablo Iglesias, que con un tonito mesiánico pareciese que fuera Roland, sobrino del emperador Carlomagno y líder de los paladines, nos arenga con moralinas y epigramas pseudo filosóficos siendo precisamente lo contrario, un prohombre del arte del engaño, la mentira edulcorada y mártir de la infamia e intransigencia del feroz mundo capitalista –según su parecer, claro está-. Atesora las cualidades del antagonista del héroe, ni es noble ni es valiente, no es honesto ni sincero, no es generoso, tampoco esforzado, pero eso sí, referente obligado como salvapatrias de zambomba y pandereta, de pañoleta y banderola, de pancarta y puño en alto.
Podría señalar a otros ilustres ejemplos del muestrario mundial, pasado y presente, de la progresía protagonista del devenir de los acontecimientos de la historia común y particular de la humanidad. Hecha la revolución como expresión de lucha triunfal, siempre convertida en auténticos baños de sangre, tomado el poder, aquellas profecías incendiarias y ardientes, sedientas de progreso y libertad, hambrientas de derechos y avances sociales, se deshacen como un helado al sol. ¿Revolución rusa? ¿Revolución china?¿Revolución cubana? ¿Revolución sandinista? o ¿Dónde está el paraíso chavista, norcoreano, vietnamita o camboyano? ¿Fue la II República española un ejemplo de tolerancia, progreso y avance? ¿Qué ha pasado cuando en nuestra querida Patria ha gobernado la izquierda? Paro, deuda, déficit, recesión, cierre de empresas y negocios, despilfarro, corrupción, nepotismo, amiguismo,….
Lo malo es que la primera versión, la de Felipe González, ha sido corregida y empeorada por sus herederos socialistas, me refiero al infame de risa insolente, José Luis Rodríguez Zapatero, líder a escala planetaria según Leire Pajín, entonces ministra de Sanidad, y la tercera edición, la del actual presidente del Gobierno del todavía Reino de España, Pedro Sánchez, que va a marcar unas plusmarcas en negativo imposibles de superar. Me reconocerán que la deriva del socialismo español ha sido un auténtico desastre para el conjunto de la sociedad. Si alguien declara lo contrario o es un ignorante que desconoce la verdad, o es un demagogo que adultera la verdad o, sencillamente, un mentiroso inconfeso.
Así pues, para los acólitos e incondicionales del discurso progre sin progreso, ya sea en forma de texto o conversación, es decir lenguaje escrito u oral, las soflamas y peroratas de los predicadores de la salvación de los parias de la tierra es una pamema y un paripé que no tiene un pase. Lo malo es que muchos se lo tragan, se lo creen a pies juntillas y votan entusiasmados a los libertadores del pueblo oprimido, maltrecho y sometido a la miseria y la pobreza por la voracidad de la derecha reaccionaria, intransigente e inmovilista, retrógrada, anti social y partidaria del capital, dirigida por el autoritarismo ancestral de las oligarquías dominantes –la Iglesia incluida, también las Fuerzas Armadas-.
Nada ha cambiado en ellos con el paso de los años, las mismas patrañas y falsedades, delirios y alucinaciones ideológicas se mantienen intactas, inquebrantables e inasequibles al desánimo. ¿Dónde esta la evolución de sus postulados? ¿El mundo no ha cambiado? Cierto es que mucho hay que cambiar, que es necesaria una mayor transformación para alcanzar un modelo social y económicamente más justo, equitativo, ecuánime, legítimo y democrático. Políticamente, por lo vivido y sufrido, la izquierda no puede dar ejemplo de aquello que canturrea y pregona, no es el referente histórico en la conquista de modelos de gobierno moderados, mesurados, contenidos y ejemplarizantes de nada bueno, más al contrario, se les puede señalar como referentes fallidos del arte del buen gobierno.
Queridos lectores, que no os engañen y envuelvan con el manto de la mentira, no aceptéis sin un espíritu crítico lo que escuchéis y leáis, de unos y de otros, de todos, sin tratar de entender y comprender el contenido del mensaje. La manipulación de la opinión pública está a la orden del día, la ética del pensamiento único triunfa de manera avasalladora. Hay que ser respetuoso y objetivo con la realidad, que es la relación directa que hay entre lo que se dice que ocurre (verdad subjetiva, connotativa) y lo que ciertamente ocurre (verdad objetiva). Para avalar mi argumento, sirva como pilar fundamental el valor del dato, de la matemática, siguiendo el juego de la manipulación que presenta el sectarismo intransigente de la izquierda en su constante afán de conquistar la cultura dominante. El dominio semántico ya lo tienen.