El dinero público es del público
El juego de los datos y de la manipulación es asombroso, como muestra un botón: Tenemos más de 4000 suicidios en un año, se producen más de 1500 muertos en accidentes de circulación, más de 300 homicidios, las mujeres asesinadas por supuesta violencia de género no alcanzan las 45 y la de hombres asesinados por su pareja no supera los 20, los filicidios no se computan de forma oficial, pero se calculan unos 30 anuales (save the children), esto son datos exclusivamente, sin sesgo o valoración.
El ministerio de igualdad destinará 261 millones de euros en políticas de prevención de violencia machista, pero no existe un plan de prevención del suicidio y lo más que se ha conseguido es la promesa del Presidente del Gobierno de que se invertirán 100 millones de euros en salud mental.
Con estos datos, no se comprende que los fondos públicos no tengan los destinos que proporcionalmente corresponden a cada situación de conflicto, sino que se utilicen y usen para hacer políticas de confrontación y de falta de solución de los problemas, asumiendo de este modo que los fondos públicos se utilizan en interés político y no en interés social.
La política debiera de ser la prestación del servicio público, de la gestión de fondos públicos en interés de ciudadano, desde diferentes visiones políticas y perspectivas sociales, pero con un compromiso único y previo de cubrir las necesidades de la ciudadanía, de forma que si se gastan 5 en una necesidad deberá de estar justificada objetivamente y no utilizada como forma de construir necesidades o de generar expectativas y, por otra parte, deben de ser efectivos.
El gasto en un apartado concreto debe de ser optimizado al máximo, de forma que tenga un rédito social efectivo, no pretendo que el gasto público tenga un beneficio económico, como sucede en la empresa o sector privado, pero si habrá de demostrar que esa inversión de fondos públicos tiene un beneficio o reversión social positiva. Si tenemos una inversión de 100 en un servicio, este debe de tener una eficiencia, eficacia y reversión social real. Si esa inversión no revela un beneficio social cierto, se convierte en un gasto innecesario del que deberá de responder políticamente su gestor.
Tenemos que acostumbrarnos y exigir que el dinero público es un dinero de todos y que debe de tener un control férreo, que la administración y los funcionarios, trabajadores públicos, etc. son servidores del público, no el ciudadano un servidor de estos, de manera que la acción pública debe cursar de forma eficiente, eficaz y aprovechando al ciudadano, pues de no hacerse así deberá de ser eliminada o repudiada, por estar traicionando su función y fundamento, generando un gasto superfluo o innecesario que no debemos de asumir los ciudadanos.
Que los fondos públicos son limitados y deben de ser gestionados con solvencia es una evidencia que no precisa demostración; de forma que si gastamos en una partida precisa, a buen seguro lo estamos detrayendo de otra necesaria, y esa decisión de en qué gastamos los fondos públicos, en qué criterio utilizamos para cubrir unas necesidades en detrimento de otras, es la labor política, en ello se resume la política.
Por tanto, el que exista un problema real con el suicidio es una evidencia y que no se invierte en su estudio, prevención y control fondos suficientes no es preciso afirmarlo, por ser algo constatado. La pregunta deberá de ser ¿por qué gastas en esto o en lo otro y no lo inviertes en la problemática del suicidio? ¿Cuál es la causa o motivo por el que una víctima, adjetívala como quieras, tiene un mayor valor o inversión que otra?
Dentro de la denominada violencia de género se produce un hecho significativo y que nadie estudia cual es que un porcentaje muy importante de actos violentos finalizan con el suicidio del agresor, sin estudiarse qué motivaciones existen, si el problema de salud mental es previo, coetáneo y conexo o posterior al acto violento.
Por todo ello, me resulta altamente significativo que no se inviertan fondos públicos en el estudio, prevención y erradicación del suicidio, cuando además los problemas de salud mental pueden ser elementos de afección en la violencia contra la mujer y, desgraciadamente, los fondos invertidos en esa violencia no están acreditando una reversión o eficacia real, demostrando que los gestores de estos no saben, no quieren o no pueden gestionar los mismos de forma eficaz y deberían de asumir su responsabilidad.
¿Importa más la imagen de un ministerio de igualdad que la salud mental real?¿está teniendo un efecto real y efectivo dicho ministerio o simplemente es un gasto de fanfarria política sin fondo ni fundamento?