El declinar socialista

En el día en que escribimos estas líneas, el futuro es imprevisible. Nadie es capaz de saber si el pacto sanchista, del PSOE con la extrema izquierda y los separatismos llegará hasta el final en sus pretensiones o no. Todos los que estamos en contra de la amnistía, de la apertura de procesos de autodeterminación para la destrucción de España y de la desaparición de facto del Estado de Derecho tenemos que seguir pensando en la manera de acabar con esta situación.

La salida a la luz de móviles espiados, de diferentes escándalos que obliguen a dimitir al aparato en el poder, o de “Deus Ex Machina” que lo resuelvan todo instantáneamente como en las películas son posibilidades que a día de hoy no están a nuestro alcance. Sólo nos queda luchar, a corto y medio plazo, manteniendo la esperanza.

La oposición al pacto colusivo sanchista nos está aportando enseñanzas estratégicas muy importantes. Una de ellas es la de que esto no va de partidos. Hay un movimiento en marcha que va mucho más allá, y que ha empezado a unir en el mismo objetivo a sectores sociales, con diversas perspectivas, que hasta ahora se oponían escasamente o nada. La amenaza del futuro gobernado por la coalición sanchista ha irritado a aquellos que no lo estaban previamente. El partido más grande es el del descontento, y no deja de crecer. Otra lección es el fenómeno “Ferraz” y el Noviembre Nacional, una escuela de movilización para todos nosotros, en Ferraz o dondequiera que nos encontremos. La Revuelta nos da muchas alegrías, y promete seguir en ello.

Aquí vamos a estudiar una forma de lucha ligeramente distinta. Habitualmente se critica a las acciones del Gobierno desde nuestra propia perspectiva, de patriotas, conservadores, cristianos o liberales. Lo que hace el Gobierno está mal porque va contra nuestros propios valores. Habría que pensar en criticar también a la coalición sanchista denunciando las propias traiciones a su ideología y el perjuicio que ocasionan con las políticas que aplican a sus propios votantes. Por simplificar, además de hacer la crítica desde la derecha, hacerla también hacia la izquierda.

En los últimos años hemos visto cómo gobiernos de distintos colores políticos adoptaban medidas que iban contra su propia cantera de votantes; atacaban a su base social, y lo pagaban electoralmente por ello.

Recordemos que Zapatero, por presiones internacionales, introdujo recortes de sus medidas más emblemáticas, y por ello cavó la fosa de la derrota electoral socialista en 2.011. Con Rajoy sucedió lo mismo; tras ganar las elecciones en 2.011, empezó a subir impuestos de la mano de Montoro. En aquel momento se dijo que Rajoy/Montoro habían implantado una subida impositiva de izquierdas. Ello le supuso pasar de 10.9 M de votos en 2.011 y mayoría absoluta a 7.9 M en 2.016, y a estar en minoría. Poco después, en 2.018 perdía el poder a manos de la misma coalición que ahora nos gobierna, a causa de una sentencia por corrupción contra el PP.

En ambos casos, las acciones de los gobiernos respectivos fueron contra su propia base electoral, con independencia de sus intenciones o de que hubiera supuestas razones para hacerlo. Se crearon dinámicas que realimentaron sus procesos de derrota.

Ahora, con los pactos entre el sanchismo, la extrema izquierda y el separatismo, prevemos que va a producirse una situación similar, que nos dará pie para denunciar los problemas que el socialismo (que es quien lleva las riendas, no lo olvidemos) va a crear, no sólo a sus “enemigos” (empresarios, “ricos”, autónomos, familias, creyentes, españoles, etc.), sino a sus amigos. Veamos a qué nos referimos:

  • La igualdad. El socialismo se ha caracterizado siempre por defender la igualdad económica. Cuanto más uniforme sea la renta de los ciudadanos, mejor, según el imaginario socialista. Sin embargo, lo que hemos visto desde el comienzo del sistema autonómico ha sido todo lo contrario. De la mano del PSOE ha habido siempre un trato desigual con la fiscalidad autonómica. Como principales ejemplos están el Concierto vasco (cálculo del Cupo) y el favoritismo de las inversiones y la financiación de Cataluña.

Pero ahora es mucho peor. Las desorbitadas exigencias de los separatistas a un Sánchez que dice sí a todo con tal de no soltar el poder van a tener un peso enorme en aquellos territorios a quienes les va a tocar pagar el invento. Van a producirse importantes subidas de impuestos que van a afectar a millones de trabajadores, muchos de ellos votantes socialistas. Robin Hood (el Estado) en este caso va a robar a los pobres para dárselo a los ricos. Se va a producir una dinámica de redistribución inversa, en la que las autonomías “de segunda” (y los trabajadores que en ellas viven) van a subvencionar a las autonomías “de primera”, vasca y catalana (para beneficiar a sus respectivas oligarquías políticas y económicas). Todos los españoles van a sufrir pérdidas reales en sus prestaciones sociales, con mayores impuestos y menores oportunidades.

Es absurdo considerar la perspectiva territorial como sujeto económico o fiscal, ya que los contribuyentes o los que producen son las personas y las empresas. Cuando se dice que una región concreta aporta al Estado, en realidad se está diciendo que los habitantes o las empresas de esa región tienen un nivel de renta o una actividad económica mayor, por lo que en cualquier sistema fiscal contribuirán más. Si una región reclama aportar menos al conjunto, en realidad está camuflando una regresividad del sistema fiscal, una aberración para los socialistas, tan devotos ellos de los impuestos progresivos.

Es incompatible el trato desigual a las regiones con una política de igualdad. En todo caso, estaría justificado ayudar económicamente a las zonas más pobres o con mayores necesidades de equipamientos sociales o infraestructuras, pero jamás al contrario, que es lo que hacen los socialistas con su política territorial.

  • La presunta defensa de las mujeres queda hecha trizas después de conocer los diversos escándalos en los que han incurrido importantes políticos socialistas, con lamentables episodios por todos conocidos de degradación de la mujer con dinero público. Y la mayor parte de la medidas feministas adoptadas sólo favorecen a una minoría de mujeres, al lobby feminista: en los diversos Parlamentos, instituciones y chiringuitos no están “todas las mujeres”, sino solamente aquellas mujeres que entran en política a través de las cúpulas de los partidos de izquierda, que es algo muy distinto.
  • Recordemos el manifiesto fundacional del PSOE, allá por 1.879: “…la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e inteligentes…”

La interminable lista de casos de corrupción, a la que hay que añadir el camuflaje de muchos otros bajo la disculpa de casos archivados judicialmente por razones incomprensibles con la complicidad de medios de comunicación públicos y privados, ha conseguido que la imagen de los políticos (especialmente los políticos socialistas) esté casi siempre asociada a la idea de que son un grupo extractivo de fondos públicos para beneficio propio. Siglo y medio después de su fundación en España, el socialismo esconde redes clientelares, puertas giratorias y chiringuitos sin cuento.

  • Obrerismo, perspectiva social, lucha contra la pobreza. El socialismo siempre se ha jactado de ser el partido que más ha defendido a “los trabajadores”, “los desheredados”, y los que menos tienen. Incluso presumen de subir mucho el salario mínimo, de promover la Sanidad y la Enseñanza públicas, o de un amplio sistema de pensiones, políticas todas ellas que ya existían en el franquismo e incluso antes.

La realidad actual desmiente radicalmente esta supuesta seña de identidad del socialismo y del resto de la izquierda. Hay cifras récord de paro, y de españoles en riesgo de pobreza; el poder adquisitivo real de los españoles está congelado, y la desigualdad ha aumentado, tras 28 años de los socialistas en el poder desde 1.977.

Con las cesiones al separatismo, todos estos problemas se van a incrementar significativamente. Las subidas de impuestos para que las regiones pobres paguen a las ricas, el incremento de cargos bien remunerados de la clase política y los privilegios económicos y fiscales a los socios separatistas de Sánchez van a agravar el empobrecimiento de los españoles, especialmente de los que votaron engañados a los partidos de izquierda.

  • No incluimos como crítica de la incoherencia socialista la quiebra del estado de Derecho y la pérdida de valores democráticos, tales como el imperio de la ley, la separación de poderes, la independencia judicial, la defensa de las libertades, la transparencia informativa, la garantía de la limpieza electoral, el trato imparcial a los ciudadanos por el Estado, o el respeto a las minorías, que se va a incrementar con el pacto sanchista, porque buena parte de la ideología socialista y toda su trayectoria histórica han ido en la dirección contraria.

Lo vemos diariamente, su arrogancia despreciando a cualquiera que no piense como ellos, porque se creen con la superioridad moral de dictaminar quién es demócrata o no. Apegados al anticuado marxismo decimonónico, creen que quien se opone a sus prejuicios está defendiendo los malvados “intereses de la clase dominante”, ricos, explotadores, burgueses, etc.; y no son capaces de entender una realidad que se les escapa. Parte de sus socios de coalición defienden explícitamente a los regímenes dictatoriales de la URSS, Cuba, China, y la antigua Europa del Este: nostálgicos fanáticos del estalinismo.

Vemos, por tanto, que los principales mitos que guían a los socialistas se van derrumbando por su propia acción de gobierno. La aparente astucia de Sánchez para aferrarse al poder sólo es el signo de la propia debilidad del proyecto socialista; ya son imposibles las mayorías que tuvo González en los años 80/90, y mantenerse en el poder exige un ejercicio constante de malabarismos, en el que cada pirueta gubernamental nos cuesta a los españoles muchos miles de millones, además de contribuir a la destrucción de España. Cada intento de continuar en el poder negociando con separatistas incrementa la dinámica de la desigualdad social, camuflada en reivindicaciones regionales; y la pobreza y el descenso generalizado del nivel de vida seguirán en aumento. Es un proceso que con el último pacto de gobierno va a alcanzar límites ahora difícilmente imaginables, y con ello, el fin del gobierno socialista por abandono de sus votantes tradicionales. Hay que luchar para que todo ello no suceda cuando ya se hayan tomado medidas irreversibles para la destrucción de España.

Este tipo de crítica, dirigida a determinado sector de votantes o simpatizantes del socialismo, tiene un alcance limitado. Aquellos cuya nómina depende del aparato partidista o sus terminales mediáticas no van a soltar la poltrona en la que están cómodamente apalancados. Ni los fanatizados van a dejar de ser recalcitrantes en su error.

Pero estamos viendo en los últimos tiempos las primeras señales de la pérdida del apoyo al socialismo de sus propias bases. Diferentes cargos socialistas critican abiertamente la amnistía y todo el proceso posterior; todas las asociaciones relacionadas con la Justicia, y muchas otras, aparcan sus diferencias, y progresistas (socialistas) y conservadores se unen en la oposición al pacto sanchista. Fuerzas de izquierda (FO, Izquierda Jacobina, Junta Democrática) se manifiestan contra la amnistía; muchos votantes del PSOE ya discrepan abiertamente del actual gobierno. Es el principio del fin.

Aceleremos el proceso para evitar que el sanchismo, antes de ser borrado del mapa, deje a España reducida a cenizas.

 

Julio García de Durango

Estudioso desde siempre de temas ambientales, políticos y económicos; dedicado a renovar nuestro ideario, con la intención de crear un proyecto sugestivo para la España del siglo XXI. Ingeniero Civil. Experto en Planificación y Cost Control. La batalla cultural y de las ideas es permanente, y en ella debemos concentrarnos.

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