El concepto de la izquierda según el modelo matemático quantico (Apuntes de tercero de Primaria)

Queridos niños. (callaros) Haciendo honor a ley de su graciosa majestad, la exministra Celaá, y cumpliendo los deseos del actual ministro de educación, de su partido político y de la gloriosa ideología revolucionaria a la que todos ellos están sometidos, y que tantos y tan gratos beneficios ha aportado a la humanidad como todos bien sabemos pero que vosotros, mis queridos niños, nunca estudiaréis, vamos a enfocar el aprendizaje de las matemáticas desde un punto de vista emocional y filosófico, tratando de identificar el origen del «bien» y del «mal» en el seno de tan pragmática y alextímica disciplina. (callaros)

Hoy, mis queridos e inocentes pupilos, aprenderéis a sumar, restar, multiplicar y dividir, y, además, a distinguir el «bien» del «mal».

En primer lugar vamos a estudiar los distintos tipos de números que existen.

Los primeros números que (callaros) conoció la humanidad fueron los números creados por la naturaleza, los números «Naturales»: un árbol, dos dinosaurios, el quince la niña bonita,…

Con el nacimiento (callaros) de la economía y la aparición de un nuevo grupo social llamado «banqueros», surgió un nuevo tipo de número distinto y contrario al anterior, un número creado antinatura: EL NÚMERO NEGATIVO. Solían aplicarle a dicho engendro una pigmentación especial, el color rojo, color cuyo significado en la naturaleza era y sigue siendo: peligro, agresividad, muerte o repulsión, para diferenciarlo visualmente del número natural, más tarde llamado, NÚMERO POSITIVO.

Con este alumbramiento humano fruto del ingenio satánico, nacieron expresiones que son de uso frecuente en el sanchismo como por ejemplo: «Estoy en números rojos» o «Apúntamelo, Manolo, que el lunes te lo pago». También dicho número es responsable de otros conceptos vinculados a las emociones y sentimientos que estoy tratando de transmitiros en esta clase de matemáticas-emotivas, como la codicia, la envidia, el egoísmo, etc.

Al principio, sólo existían los números naturales, como bien hemos dicho y, por lo tanto, si un árbol tenía veinte manzanas y otro tenía diecisiete manzanas, teníamos treinta y siete manzanas, eso era muy positivo y ponía de buen humor a toda la comunidad; pero, con el nacimiento de la economía, las cosas cambiaron: si bien un árbol tenía veinte manzanas, el otro, ya no tenía diecisiete manzanas, sino que tenía -3 manzanas, porque los números negativos ponen mayor atención a lo que uno no tiene que a lo que tiene, lo cual es precisamente el germen de la envidia y el odio. (callaros) Veis niños cómo existe una relación entre las mates y los sentimientos.

Los matemáticos de la época inventaron una forma simple de representarlos gráficamente, la Recta Numérica.

La recta numérica es una línea, generalmente horizontal, en la cual se pretende representar imaginariamente todos los números que existen, tanto los naturales: los «positivos»; como los antinaturales: los «negativos».

Todavía no sabemos por qué, pero aquellos sabios matemáticos decidieron que los números negativos, los números creados antinatura, tenían que situarlos a la izquierda y pintarlos d rojo. (callaros)

El número negativo cuanto más crece, más negativo es. Va siempre hacia atrás, siempre en contra del progreso y el desarrollo. Tiene la extraña cualidad de que cuando se le suma a uno positivo, este último se reduce dramáticamente, mientras que cuando se une a otro negativo, ambos incrementan su negatividad notablemente.

Tratando de conciliar este tema de los números con la inculcación moralizadora que nos exige la exministra, podríamos decir que los números negativos, siempre están situados a la IZQUIERDA, teñidos de sangre (licencia poética para aplicar la transversalidad), y representan lo no deseable, la pobreza, la carestía y el hambre, la tristeza, el abismo, la regresión y el odio, es decir,  el «mal». Mientras que los números positivos se encuentran siempre a la DERECHA. Estos números representan todo aquello que es bueno, natural y productivo. Todo aquello que avanza y progresa, que crece y se desarrolla. Todo aquello que incrementa la riqueza, la alegría y la paz.

En los extremos de dicha recta numérica se sitúan los infinitos: a la izquierda, la infinita maldad y a la derecha, la bondad infinita.

Si la recta numérica se representa verticalmente, los números positivos ascienden y se elevan mientras que los negativos se hunden miserablemente en la Tierra.

(callaros) Con los años, entre el inicio de los números negativos y los naturales, los matemáticos más avanzados pusieron un número extraño: el cero.

Los romanos no habían considerado dicho número, por eso sus cuentas matemáticas eran tan desastrosas. Tal vez, por esta razón,  prefirieron cultivar el saqueo y destrucción de sus vecinos. Fue precisamente, por ejercer esta lucrativa dedicación, que se pusieran en contacto con otras culturas del continente asiático, que sí tenían en cuenta el número cero y habían desarrollado (callaros) unas matemáticas más cómodas de representar.

Además del cero, (callaros) nos entregaron los guarismos arábigos que rellenan los folios de los estudiantes como si fuesen pentagramas con bellas melodías sinfónicas. Con estas nuevas representaciones de los números, las sumas y las restas se hicieron con mucha más rapidez y exactitud.

Mas tarde, algunos individuos (callaros) extremadamente avariciosos, mezquinos y miserables, empezaron a querer que se tuviese en cuenta otro tipo de números que, para ellos, tenía un gran valor debido a la exactitud y precisión que imprimía a los cálculos bancarios y de empréstitos: los números decimales, llamados así porque cada número natural o antinatural lo subdividían en diez partes. (callaros, callaros. José Enriqueeeeeee…) Nacieron así números tan pintorescos como el «3’14», o el número «siete y medio» que más tarde tendría una aplicación lúdica vinculada a la jubilación con gran difusión. Con este nuevo tipo de números, empezaron a decir: «me debes un millón y medio», lo cual era verdaderamente más exacto que decir «me debes un millón».

Dado que estos nuevos números no estaban enteros, porque siempre eran un poquito más o un poquito menos, decidieron llamar a los anteriores, «enteros», y a los nuevos, «decimales».

Hasta aquí, queridos alumnos, la explicación transversal-emotiva, sobre los primeros pobladores del reino de las matemáticas. El tiempo de clase se ha terminado. Lo de sumar, restar, y eso, se lo preguntáis a vuestro padre.

– A ver, a ver… José Enrique, para mañana me copias cien veces la oración, «No molestaré al profesor cuando explica en clase», numerándolas.

– ¿Con grafía romana o arábiga?

– ¡¡¡Pues ahora, quinientas, por listillo!!!

 

El resto de la clase, con lo que he explicado según la programación, me hacéis treinta sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Tened en cuenta que ya conozco la letra de vuestras madres y a mí no me engañáis. Por cierto, he notado en los ejercicios que me traéis, que algunas de ellas fueron víctimas incruentas de la ESO; por mi parte, eso las disculpa. Deberían exigir responsabilidades a sus respectivos ministros de educación, como vosotros también tendréis que hacerlo dentro de unos años con los del sanchismo. (callaros)

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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