Crecer juntos, perder para ganar
Cuando surge un partido político, lo primero que hay que tener en cuenta es el recorrido que han tenido sus dirigentes, de dónde vienen, dónde van y qué buscan.
Parto de la idea, ya sé que ingenua, de que quien inicia un proyecto lo hace con la mejor buena fe y la intención de servir a los demás, motivo por el cuál es importante ver su pasado y corroborar que esa primera premisa se cumple.
Si observamos el devenir de la disidencia política dentro del PP, esta surge con un movimiento interno que se denominó Democracia y Libertad Popular, que se constituyó como tal, en el fuero interno, donde había diferentes sensibilidades, pero que se caracterizaban todas por la percepción de la traición de los dirigentes del PP a los valores propios.
En un momento concreto, se fracturó el partido y los disidentes crearon un partido independiente del PP, que mantuvo el nombre D.L.P., comenzando una andadura por el desierto, sin dinero, sin implantación nacional y con pocas posibilidades de prosperidad, unos románticos, que propugnaban un partido que retomase esos principios perdidos en la matriz. Entre los próximos a la disidencia se encontró alguna persona que, con algo de dinero, y con mucha ansia, traicionó a los parteros del proyecto, usó sus estatutos, proyecto, planteamiento, etc. y montó VOX, que se aprovechó de los que ilusionados acudieron a él, dejando tiempo, dinero, esfuerzo y ganas de fortalecer el proyecto, sin ambición personal, lo impulsaron y lo construyeron.
Una vez que VOX creció y comenzó a introducir sus redes en el sistema, consolidando el proyecto, se deshizo de los que le dieron el primer empujón, se lanzaron a la imagen de “extrema” para conseguir el nicho de mercado que precisaba, traicionó a propios y extraños… de ahí surgen otros partidos como ESPAÑA SUMA, PATRIA, etc. que sólo quieren pillar cacho, que son traicionados y traidores de VOX que con ansia quieren eliminar el proyecto para conseguir su porción de la tarta.
Entre tanto, D.L.P., traicionado por los que lo plagiaron, sigue silente, sigue despacio, creciendo, sin confrontar con sus semejantes, con la voluntad de acoger y no dividir, de ayudar, incluso a los traidores, en defensa de los valores comunes y de, con tiempo, ganas, esfuerzo, pero sin precipitar, ni precipitarse, construir un sendero común de todos los partidos del centro derecha democrático que sirvan de alternativa ideológica, con fundamento en los principios de la cultura judeo-cristiana, a la izquierda desesperada y desesperante.
La división y/o a la falta de fuerza ideológica son los elementos que permiten a la izquierda alcanzar las cotas de poder a las que ha llegado, por eso ni el PP, ni VOX, ni Patria, ni Partido Liberal Español, ni el Partido democristiano de España, ni los otros varios que se mueven en el sector político de la derecha, deben de entrar en confrontación entre ellos, sino de disputar con la izquierda, de forma que paulatinamente se pueda estudiar, dirigir y organizar una cooperación unificadora que genere equipos sólidos, proyección ideológica firme y una liberación que permita la fuerza que el PP obtuvo en su día con la unificación de los partidos del espectro similar.
Mientras nos gocemos en la diferencia, nos dejemos llevar de los personalismos, los intereses propios y carezcamos de la grandeza de perder, e incluso desaparecer, para ganar y concursar en un proyecto más sólido y fuerte, la izquierda nos vencerá con su estulticia y el engaño fácil en el que enredan al ciudadano.
Sólo la ilusión, la esperanza, la seriedad, el servicio y la auténtica capacidad de coherentemente apartar las visiones cortoplacistas o propias, demostrando que se pueden hacer las cosas de otro modo, de otra forma, con otros principios, sin egoísmos pero con seriedad intelectual e ideológica, podremos transformar la democracia española en una democracia de calidad que permita el control del ciudadano e incluso que permita el gobierno de la izquierda sin los riesgos, las destrucciones y los perjuicios que nos están efectuando en lo más profundo de nuestra esencia.
La existencia de unos mínimos comunes denominadores en la cultura, en la unidad patria, en la libertad económica y social, en crear un Estado pequeño pero sólido, limitado en lo político y grande en los servicios, que los impuestos sirvan para cubrir las necesidades ciudadanas y no en mafias, ponzoñas y políticos de plexiglás que si no nos roban no sirven para nada y cobran como si lo sirvieran… en fin, todo ello debe de ser la argamasa de las diferencias que nos separan.