Chanel recordó a la Sabrina de los 80

Nostálgicos de la libertad y de la estética de tiempos pasados. 

 
  • Un recorrido por Eurovisión, la ONU musical.
Se trata de un concurso, antaño musical, espejo del deterioro que están sufriendo las artes, exactamente el mismo que otros aspectos fundamentales de la vida, mutilados por la ideología y adoctrinamiento que actualmente está sufriendo Europa en particular y el mundo en general. La música es una parte de la cultura que el alma y la mente necesitan para alcanzar determinados estados de ánimo, desde donde fluyen brillantes creaciones y los más profundos sentimientos y recuerdos, aparentemente inermes, a la espera ser reactivados por algo que aporte la necesaria sensibilidad. Se habla de los aspectos terapeúticos de la música y de su capacidad de hacernos viajar en el tiempo. Los spots publicitarios conocen muy bien su poder. Quizás interese también aniquilar el talento musical.
 
Las puntuaciones de Eurovisión siempre fueron un reflejo de la situación geopolítica del momento. Para predecir quién iba a ganar bastaba con repasar los últimos acontecimientos políticos y las relaciones internacionales. Presentadores ilustres, como José María Íñigo y José Luis Uribarri, hacían del concurso un acontecimiento emocionante y divertido. Se iban anticipando al número de votos que cada país nos iba otorgando, y raramente se equivocaban. Después de aguantar todo el espectáculo con una oculta sensación de ilusión, los comentarios de nuestros mayores siempre eran: «esto es política pura, los gabachos siempre igual, si es que no nos quieren». Lo cierto es que de allí salieron buenos cantantes y grupos famosos. Tal vez ya eran buenos y su  participación era una forma de darles impulso internacional, así que se jugaban un poco de su prestigio si no quedaban en buen lugar. Desde que tengo conciencia musical, los comentarios siempre eran «España merecía más», excepto con una tal Remedios Amaya que innovó saliendo descalza al escenario, pero estrelló su Barca. No tengo ni idea de quién se la manejó (título: «Quién maneja mi barca»). Nadie habló de su etnia para victimizarla, para darle un valor extra o para mal. En los 80 se era libre, Remedios representaba a España y era de lo que se trataba. 
 
No voy a hablar en lo que ha ido degenerado Eurovisión con los años. Sólo añadir que es un escaparate, tal vez instrumento, de la tendencia ideológica que quieren imponer desde todos los medios audiovisuales. Se refleja a primer golpe de vista en la estética. La ideología de género es más que evidente, la cultura Woke se va imponiendo. 
 
GANA LA UCRANIA WOKE
Ante este panorama que nos viene ofreciendo el concurso año tras año, con discretas participaciones de España, algunas de buenas, llega Chanel y triunfa en un tercer puesto que sabe a primero, con un reggaeton. ¿Qué importa la calidad de la canción? Desde Julio Iglesias, Serrat, Abba y algunos artistas más, el requisito que se pedía a una canción era que fuera «festivalera». Ahora ya ni eso viendo el ejemplo del grupo ganador de Ucrania. He visto actuaciones musicales de Zelenski con tacones, antes de ser presidente, con mucha más calidad. Hacer ganador de Eurovisión a Zelenski sí que habría supuesto un verdadero bofetón a Putin ( risas).  Cristina López Schlichting, directora de «Fin de Semana» de COPE,  ha analizado el triunfo de Ucrania en Eurovisión y ha concluido que ha supuesto un bofetón de la gente sencilla a Putin ( y lo ha dicho en serio). Desde luego, habría sido el sueño de Borrell, quien comunicó con una gesto de tremenda solemnidad, saña y poderío, que una de las primeras medidas sancionadoras que la UE iba a aplicar a Rusia era excluirla de su participación en el evento. 
 
TRIUNFA CHANEL
A Chanel se le ha premiado una buena actuación. Ha mostrado un espectáculo de estética y coreografía sin complejos, sin mensaje reivindicativo, nada más que el de un buen trabajo musical. ¡Ah!, y que al terminar ha portado la bandera de España.
 
Actualmente, enseñar «palmito» es ser casi una disidente, no sabes en qué momento te pueden cancelar por abusar de tu feminidad. Caso distinto es que alguien se desnude para hacer de algo un esperpento: de la religión, de la maternidad o de la mujer. También se hace para salvar el planeta, para reivindicar el aborto y hasta para condenar el jamón, incluso hemos visto a Cristina Pedroche vestida de mascarilla luciendo  curvas con reivindicaciones feministas, climáticas y sobre la desigualdad
 
¿Transgresora? Se siente nostalgia de la libertad de los 80 y de los 90, cuando éramos libres y no lo sabíamos. Nostalgia de los tiempos en los que cuando España enviaba un atleta o un cantante a representar el país dábamos por hecho que se iba a envolver en su bandera, y que aquello no se iba a convertir en noticia porque era lo normal. 
 
Me viene a la mente el recuerdo de Sabrina, una cantante de los 80 a la que recordamos por enseñar un pecho accidentalmente bailando al ritmo de su agitada coreografía. La indumentaria, con chaquetilla incluida, era casi clavada, así como el ritmo y el atractivo personal que transmitió a través de la pantalla. La fama de Sabrina se incrementó gracias a ese incidente, y la de Chanel nos llegó por haber sido rechazada por la extrema izquierda al conocerse su origen cubano, pese a ser española. Consideraron que hubo tongo en su elección y que merecieron ganar las «Tanxugueiras», nacionalistas gallegas, o la candidata preferida de irene Montero, Rigoberta Baldini con su canción «¿Por qué les dan tanto miedo nuestras tetas?». 
 
Chanel ha sido un soplo de libertad ideológica que me ha retrotraido a los 80, incluso en la estética, en un concurso que sigue demostrando que responde a un voto basado en la geopolítica, contaminado por la ideología woke.

Norma Vega

No soy informadora, soy analista. Estamos en la era de la desinformación, de la performance política, así que al leer una noticia me pregunto: quién la emite, a quién beneficia y a quién perjudica, como si de un presunto delito se tratara, al fin y al cabo, una información falsa debería serlo.

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