Bloqueo parlamentario
Los políticos anteponen sus intereses políticos y personales al bien de la nación.
La historia se repite. En España la democracia liberal siempre ha terminado por sumir al país en la inestabilidad, cuando no la parálisis política y el bloqueo. Ocurrió durante el siglo XIX, durante la Restauración, la II República y se manifiesta de nuevo ahora durante el régimen constitucional de 1978. Lo vimos en 2015-16 y ahora mismo en 2019. El motivo siempre es el mismo. Los políticos anteponen sus intereses políticos y personales al bien de la nación.
Hace casi exactamente un siglo ocurrió lo mismo. El 24 de febrero de 1918 tuvieron lugar las llamadas «elecciones sinceras», las más limpias del periodo de la Restauración, regido por la Constitución de 1876. Se había vivido en los meses previos una crisis política muy grave, iniciada en Cataluña, la de la » Asamblea de Parlamentarios» que estuvo a punto de hundir la monarquía de Alfonso XIII.
Las elecciones no resolvieron absolutamente nada. La fuerza más votada por estrecho margen fue el Partido Conservador del político gallego Eduardo Dato, (de alguna forma, el PP y el Rajoy de la época) que obtuvo 98 escaños (de un Congreso de 412 diputados). La segunda fuerza » dinástica» fue el Partido Liberal a quien perjudicó haberse presentado escindido en dos listas distintas, una más conservadora, de Manuel García Prieto y otra más» izquierdista» del Conde de Romanones, con 93 escaños.
A continuación venían 2 escisiones izquierdistas de los liberales lideradas por Melquiades Álvarez y Santiago Alba respectivamente con alrededor de 50 escaños cada una. Luego estaba el Partido Maurista, escisión derechista y españolista del Partido Conservador liderada por el político mallorquín y ex presidente del Gobierno Antonio Maura quizá el político más prestigioso de la época dentro del sistema liberal. Seguía con 27 escaños otro grupo derechista, los llamados ciervistas, seguidores de Juan de la Cierva, ex ministro del Interior ( y abuelo del historiador y ministro de Cultura con la UCD Ricardo de la Cierva). La Cierva era un político con fama de duro que gustaba a los votantes derechistas. Mauristas y Ciervistas formaron grupo parlamentario conjunto en el Congreso.
Otros actores destacados fueron la Lliga Regionalista catalana de Cambo’ con 21 escaños. Los carlistas (Comunión Tradicionalista Carlista) con 8 y el PNV, entonces llamado Comunión Nacionalista Vasca (por influencia del nombre de los carlistas) con 7 diputados. Entre otros grupos menores.
Con este resultado de fragmentación extrema fue absolutamente imposible formar un gobierno que alcanzase la mayoría absoluta por los vetos cruzados entre líderes. Dato era incompatible con Maura. Maura con Dato. García Prieto y Romanones también lo eran entre sí así como con Maura y Dato.
Mientras, el Presupuesto estaba prorrogado desde hacía 2 años. La economía se paralizaba y se estaba perdiendo el efecto beneficioso para la economía española y la industria de la neutralidad en la I Guerra Mundial, con el boom industrial que se había vivido.
El jefe del Estado Alfonso XIII después de varias semanas de una serie de rondas de consultas inútiles en su residencia del Palacio Real o de Oriente amenazó a los líderes políticos con abdicar aquella misma noche y abandonar España si no se ponían de acuerdo para formar un gobierno. La amenaza surtió efecto y finalmente los » primates» (como se decía entonces) acordaron finalmente formar un Gobierno de Salvación Nacional presidido por Antonio Maura. Lo formarían los Conservadores, Liberales, Mauristas y la Lliga de Cambo'( que fue ministro de Fomento)
Cuentan las crónicas que Alfonso XIII se abrazó emocionado con la reina Victoria Eugenia al oír la buena noticia. Y que cientos de personas siguieron atentamente frente al Palacio Real con angustia la crisis. Al conocer que se había formado un gobierno que unidad nacional prorrumpieron en ovaciones y vítores.
El gobierno de Salvación Nacional se formó el 23 de marzo de 1918 y aunque en los meses siguientes llevó a cabo una serie de medidas positivas de carácter administrativo o de Obras Públicas y consiguió aprobar el Presupuesto, tuvo una vida efímera. Se impuso de nuevo el partidismo y el Gobierno cayó en el mes de Noviembre.
Al final, con una Constitución agotada, el régimen de la Restauración, totalmente desprestigiado, se hundió definitivamente en 1923 con el golpe de Estado del general Primo de Rivera. Nadie entonces en España echó de menos a los políticos derrocados.
Un régimen corrupto, una Constitución agotada. Presupuestos que no se aprueban, legislaturas breves y gobiernos débiles. Todo nos suena muy actual. Ya entonces, algunos, como los carlistas, advirtieron que la democracia liberal siempre ha terminado por fracasar en España.
Una lección histórica que vuelve a planear sobre nuestro presente, por muy políticamente incorrecta que sea.