Bafomet, un hermafrodita para la LGTBI
Como dijo aquel, “Nadie es ferpecto”, ni siquiera los ínclitos miembros/as/es del colectivo LGTBIQ, etc.
Resulta que en la sopa de letras que les da el nombre, en ese peculiar abecedario de los taitantos géneros se les olvidó incluir una letra: la H, la inicial de “hermafrodita”.
¿Porqué ese olvido imperdonable, esa ominosa discriminación hacia el colectivo de los hermafrodíticos, de aquellos que tienen los dos sexos en su cuerpo? Porque estos/as/es personas/os/es también tienen sus derechos, su corazoncito, y constituyen una alternativa sexual que merece buen trato y sus correspondientes prerrogativas, como los demás/ós/és.
No hay que confundirlos con los trans, que son quienes se cambian de sexo, no: éstos/as/es tienen los dos, así que no son machos, ni hembras, sino todo lo contrario.
¿Hay hermadroditas/os/es en el mundo mundial? Claro que sí, pues se dan casos en los que el niño/a/e nace con ambos órganos sexuales femeninos y masculinos internos y externos bien formados, aunque sólo uno se desarrolla normalmente, dejando al otro atrofiado. Hay casos raros de hermafroditismo verdadero en que hay el desarrollo normal y al mismo tiempo de ambos órganos genitales; Otra forma de hermafroditismo es aquella donde el niño/a/e nace con la zona genital externa bien definida, pero posee otras alteraciones gonadales importantes, como es el caso de un niño/a/e que cuando llega a la adolescencia menstrua y desarrolla mamas, por ejemplo.
Si es así, ya se pueden apresurar los elegetebequianos en agregar la letra H a su sopa de letras, para subsanar tan tremendo error.
Y, hablando de hermafroditismo, es inevitable mencionar al demonio/a/e llamado Baphomet, que para muchos ocultistas representa al mismísimo Lucifer.
Su imagen más dIfundida es la que diseñó el mago y ocultista Éliphas Levi ensu libro “Dogma y Ritual de la Alta Magia”, que apareció en dos volúmenes entre 1854 y 1856. La imagen está fuertemente cargada de simbolismo, cuyo significado iniciático apunta a la unificación de los puestos: día-noche, arriba-abajo, hombre-mujer.
Esta última dualidad es la más llamativa, porque el ídolo-cabra tiene pechos de mujer bien visibles, mientras que entre las piernas Baphomet tiene un falo estilizado, que es el caduceo de Hermes: una vara rodeada por dos serpientes, que no hay que confundir con la vara de Esculapio. La grotesca cabeza –mezcla de cabra, toro y asno– los terribles cuernos y las alas negras pergeñan un cuadro terrorífico, utilizado por el repugnante ocultista Aleister Crowley y por Anton LaVey –el fundador de la Iglesia de Satán– como iconos de sus rituales mágicos.
¿Por qué los pechos?: ¿para significar la unión de opuestos tan masónica? ¿para significar la fertlidad? Pero resulta chocante, ya que, según el mismo Éliphas Levi el nombre de Baphomet significa –deletreado al revés cabalísticamente–: Tem. ohp. AB., abreviatura del latín “Templi omnium hominum pacts abbas”, que significa “El padre del templo de paz de todos los hombres”. Otros autores también subrayan el significado de “padre”.
Sin embargo, yo tengo mi propia opinión del motivo por el que este demonio/a/e tiene pechos, lo que sucede es que, tal y como están hoy las cosas en nuestra puticracia, no lo puedo decir, por lo que lo dejo a la imaginación del lector.
¡Ah, se me olvidaba! Igual en un futuro muy muy cercano, empezamos a ver al Baphomet por todas partes, al igual que hoy sucede con las banderas LGTBIQ… Es posible que estas líneas les den una idea a ese colectivo omipresente y todopoderoso, pero no crean, puede ser un regalo envenenado.