Año bisiesto, año siniestro
Este año es bisiesto y para nuestra desgracia, esta vez el maldito refrán no ha podido ser más certero.
El COVID-19 apareció en Wuhan más o menos en octubre de 2019; desde el mes de diciembre el gobierno lo sabía, pero hizo caso omiso a las indicaciones de la OMS. Este fatídico gobierno que destruirá España, tenía otros planes para asegurarse el poder y conseguir que un país en el que no se ponía el sol quedase totalmente a oscuras.
Después de la maldita manifestación del 8M -que se pongan como se pongan, fue la mayor fuente de contagio del virus-, la pandemia empezó a propagarse a pasos agigantados, y entonces comenzaron a aparecer personajes que parecían sacados de una película de ciencia ficción.
Un filósofo catalán metido a ministro de sanidad, al que cada dos por tres se le pillaba en un renuncio, a Illa nunca se le cantará eso de Illa, Illa, Illa… Illa maravilla, se le podría conocer mucho más por la coletilla de peor imposible.
En segundo lugar aparece el que tiene nombre de cartón de vino y que se supone que es especialista en pandemias, pero solo se sabe de él que es un médico que ni siquiera ha aprobado el MIR.
El Sr. Simón pasará a la historia más por su eterno jersey lleno de pelusas, que por transmitir a la población algo de tranquilidad e información, ha sido capaz en tiempo récord de hacer una afirmación y desmentirla horas más tarde con una parsimonia inusitada.
Las intervenciones de estos dos personajes casi siempre han ido apadrinadas por nuestro soporífero presidente, tremendamente hábil en hacer un discurso de más de media hora y no decir absolutamente nada, estos tres mosqueteros de la fatalidad han llevado a la mayoría de los españoles de bien a sufrir un desconcierto de tal calibre en esta pandemia, que han tenido que recurrir a su propia iniciativa.
La gestión del gobierno ha sido tan cruel e ineficaz que nos ha llevado a ser el país con más muertos per capita del mundo.
Lo más escalofriante es que ni a Iglesias, encargado de gestionar las residencias donde hay miles de ancianos fallecidos, ni al resto del gobierno, parece importarles toda esta masacre.
Iglesias manda y Sánchez acata, a él se le ha prometido que ocurra lo que ocurra en España será presidente y él encantado, porque desde el minuto cero esa ha sido su ambición, aunque sus socios lleven a España a la más absoluta de las ruinas y conviertan un país de libro en una República bananera, él y sólo él será presidente.
España debe empezar a reaccionar y echar a toda esta chusma que sólo sabe mentir, robar y enchufar a sus socios para asegurarse el voto.
La oposición debe urgar en los trapicheos de sus gobernantes y sobre todo en algunos a los que se les relaciona cada vez más con puntos oscuros, muerto el perro, muerta la rabia.
Hay que aprender del enemigo machacando hasta sacar el rédito deseado, pero no a cualquier precio siempre con la verdad.