1935 Los «pobres» refugiados socialistas
En el año 1935, el Ministerio del Interior del Gobierno francés se vio obligado a proteger con disposiciones legales, las embajadas y consulados españoles en su país, de los actos y violentas manifestaciones que, los huidos de la justicia española por los asesinatos que cometieron el 5 de octubre de 1934, realizaban incesantemente contra los funcionarios.
El Gobierno francés ordenó el confinamiento de los refugiados al norte del Loira pero prohibiendo su llegada a la región de París. Los “refugiados” no respetaron esta orden y se establecieron por toda Francia, especialmente, en París.
En Toulouse, y ante la solicitud del cónsul Ángel Díaz de Tuesta e Ibáñez de Sendadiano, se acordó con las autoridades un sistema de guardia policial.
Estos violentos, que se presentaban a sí mismos como “represaliados” (nunca una palabra ha sido más productiva en votos. Los socialistas todavía la usan con frecuencia), ante la sociedad francesa, no tenían ningún reparo en continuar manifestando la violencia ideológica contra la legalidad de su propio país.
Estamos en 1935. La única guerra que había era la de los izquierdistas contra todo aquello que no se les sometía. La «Revolución» de octubre organizada por el PSOE a lo largo de 1934 y acaudillada personalmente por dirigentes del PSOE fue un Golpe de Estado político de unos políticos y muchos politizados violentos que no consiguió disfrazarse de «revolución» porque no consiguió obtener el respaldo popular.
Como fracasó en toda España y tuvo relativo éxito en Asturias porque allí estuvieron los dirigentes socialistas, tuvieron que inventarse el término «revolución» porque quedaba un poco “feo” lo de Golpe de Estado, para un izquierdista.
La violencia de los huidos a Francia era de tal magnitud que tuvo que establecerse un sistema de seguridad para las personalidades españolas que visitaban Francia, sugerido por el propio embajador francés en Madrid, Jean Herbette.
La estupidez era tan grande que incluso asesinaban para protestar contra la Pena de Muerte (así es el pacifismo socialista).
Hechos de esta índole se produjeron en ciudades de toda Francia en febrero, en junio y en noviembre.
El Gobierno francés tuvo que tomar medidas muy estrictas contra reuniones y manifestaciones que alteraban la paz de los franceses. «Numerosas órdenes de expulsión han sido ya tomadas por este motivo» se dice en un documento del Ministerio del Interior.
Fulgencio Sender, Manuel Pastor, Paulino Miralles, Juan Serrano y Arturo Font, fueron expulsados de Perpignan cuando el comisario propuso al prefecto su expulsión ya que su presencia era «susceptible de alterar la tranquilidad pública».
A partir del 1 de enero de 1935 (los refugiados apenas llevaban dos meses en Francia), el ministerio del Interior prohibió a sus prefectos realizar gastos en beneficio de los refugiados.
En conclusión: En España fuimos víctimas de la violencia socialista, pero en Francia ya la conocían. Lo raro es que todavía se pregunten por qué no les ayudó Francia decididamente a luchar contra Franco. La respuesta es: ya los conocían; sabían de lo que eran capaces y conocían sus afectados modales histriónicos y la maldad de sus impúdicas mentiras.